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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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ellas. José hizo regalos más valiosos a Benjamín que a los otros hermanos.<br />

Luego, teniendo que sobrevinieran disputas entre ellos durante el viaje de regreso,<br />

cuando estaban por partir les dio el encargo: "No riñáis por el camino."<br />

Los hijos de Jacob volvieron a su padre con la grata noticia: "José vive aún, y él es<br />

señor en toda la tierra de Egipto." Al principio el anciano se sintió abrumado. No<br />

podía creer lo que oía; pero al ver la larga caravana de carros y animales<br />

cargados, y a Benjamín otra vez con él, se convenció, 235 y en la plenitud de su<br />

regocijo, exclamó: "Basta; José mi hijo vive todavía: iré, y le veré antes que yo<br />

muera."<br />

Quedaba otro acto de humillación para los diez hermanos. Confesaron a su padre<br />

el engallo y la crueldad que durante tantos años habían amargado la vida de él y<br />

la de ellos. Jacob no los había creído capaces de tan vil pecado, pero vio que todo<br />

había sido dirigido para bien, y perdonó y bendijo a sus descarriados hijos.<br />

Muy pronto el padre y los hijos, con sus familias, sus rebaños y manadas, y<br />

muchos asistentes, se pusieron en camino a Egipto. Viajaron con corazón<br />

regocijado, y cuando llegaron a Beerseba el patriarca ofreció sacrificios de<br />

agradecimiento, e imploró al Señor que les otorgase una garantía de que iría con<br />

ellos. En una visión nocturna recibió la divina palabra: "No temas de descender a<br />

Egipto, porque yo te pondré allí en gran gente. Yo descenderé contigo a Egipto, y<br />

yo también te haré volver."<br />

La promesa: "No temas de descender a Egipto, porque yo te pondré allí en gran<br />

gente," era muy significativa. Se había prometido que su posteridad sería tan<br />

numerosa <strong>com</strong>o las estrellas; pero hasta entonces el pueblo elegido había<br />

aumentado lentamente. Y la tierra de Canaán no ofrecía en ese tiempo campo<br />

propicio para el desarrollo de la nación que se había predicho. Estaba en posesión<br />

de tribus paganas poderosas que no habrían de ser desalojadas hasta "la cuarta<br />

generación." De haber quedado allí, para convertirse en un pueblo numeroso, los<br />

descendientes de Israel hubiesen tenido que expulsar a los habitantes de la tierra<br />

o dispersarse entre ellos. Conforme a la disposición divina, no podían hacer lo<br />

primero; y si se mezclaban con los cananeos, se expondrían a ser seducidos por<br />

la idolatría. Egipto, sin embargo, ofrecía las condiciones necesarias para el<br />

cumplimiento del propósito divino. Se les ofrecía allí un sector del país bien regado<br />

y fértil, con todas las ventajas necesarias para un rápido aumento. Y la antipatía<br />

que habían de encontrar en Egipto 236 debido a su ocupación, pues "los Egipcios<br />

abominan todo pastor de ovejas," les permitiría seguir siendo un pueblo distinto y<br />

separado, y serviría para impedirles que participaran en la idolatría egipcia.<br />

Al llegar a Egipto, la <strong>com</strong>pañía se dirigió a la tierra de Gosén. Allí fue José en su<br />

carro oficial, a<strong>com</strong>pañado de un séquito principesco. Olvidó el esplendor de su<br />

ambiente y la dignidad de su posición; un solo pensamiento llenaba su mente, un<br />

anhelo conmovía su corazón. Cuando divisó la llegada de los viajeros, no pudo ya<br />

reprimir el amor cuyos anhelos había sofocado durante tan largos años. Saltó de<br />

su carro, y corrió a dar la bienvenida a su padre. "Echóse sobre su cuello, y lloró<br />

sobre su cuello bastante. Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he<br />

visto tu rostro, pues aun vives."<br />

José llevó a cinco de sus hermanos para presentarlos a Faraón, y para que se les<br />

diera la tierra en que iban a establecer sus hogares. La gratitud hacia su primer<br />

ministro induciría al monarca a honrarlos con nombramientos para ocupar cargos

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