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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Moisés y Aarón no habrían de entrar en Canaán, el pueblo se dio cuenta de que<br />

Dios no hace acepción de personas, sino que ciertamente castiga al transgresor.<br />

La historia de Israel debía escribirse para la instrucción y advertencia de las<br />

generaciones venideras. Los hombres de todos los tiempos habrían de ver en el<br />

Dios del cielo a un Soberano imparcial que en ningún caso justifica el pecado.<br />

Pero pocos se dan cuenta de la excesiva gravedad del pecado. Los hombres se<br />

lisonjean de que Dios es demasiado bueno 445 para castigar al transgresor. Sin<br />

embargo, a la luz de la historia bíblica es evidente que la bondad de Dios y su<br />

amor le <strong>com</strong>pelen a tratar el pecado <strong>com</strong>o un mal fatal para la paz y la felicidad del<br />

universo.<br />

Ni siquiera la integridad y la fidelidad de Moisés pudieron evitarle la retribución que<br />

merecía su culpa. Dios había perdonado al pueblo transgresiones mayores; pero<br />

no podía tratar el pecado de los caudillos <strong>com</strong>o el de los acaudillados. Había<br />

honrado a Moisés por sobre todos los hombres de la tierra. Le había revelado su<br />

gloria, y por su intermedio había <strong>com</strong>unicado sus estatutos a Israel. El hecho de<br />

que Moisés había gozado de grandes luces y conocimientos, agravaba tanto más<br />

su pecado. La fidelidad de tiempos pasados no expiará una sola mala acción.<br />

Cuanto mayores sean las luces y los privilegios otorgados al hombre, tanto mayor<br />

será su responsabilidad, tanto más graves sus fracasos y faltas, y tanto mayor su<br />

castigo.<br />

Según el juicio humano, Moisés no era culpable de un gran crimen; su pecado era<br />

una falta <strong>com</strong>ún. El salmista dice que "habló inconsideradamente con sus labios."<br />

(Sal. 106: 33 V.M.) En opinión de los hombres, ello puede parecer cosa ligera;<br />

pero si Dios trató tan severamente este pecado en su siervo más fiel y honrado, no<br />

lo disculpará ciertamente en otros. El espíritu de ensalzamiento propio, la<br />

inclinación a censurar a nuestros hermanos, desagrada sumamente a Dios. Los<br />

que se dejan dominar por estos males arrojan dudas sobre la obra de Dios, y dan<br />

a los escépticos motivos para disculpar su incredulidad. Cuanto más importante<br />

sea el cargo de uno, y tanto mayor sea su influencia, tanto más necesitará cultivar<br />

la paciencia y la humildad.<br />

Si los hijos de Dios, especialmente los que ocupan puestos de responsabilidad, se<br />

dejan inducir a atribuirse la gloria que sólo a Dios se debe, Satanás se regocija.<br />

Ha ganado una victoria. Así fue cómo él cayó, y así es cómo obtiene el mayor<br />

éxito en sus tentaciones para arruinar a otros. Para ponernos 446 precisamente en<br />

guardia contra sus artimañas, Dios nos ha dado en su Palabra muchas lecciones<br />

que recalcan el peligro del ensalzamiento propio. No hay en nuestra naturaleza<br />

impulso alguno ni facultad mental o tendencia del corazón, que no necesite estar<br />

en todo momento bajo el dominio del Espíritu de Dios. No hay bendición alguna<br />

otorgada por Dios al hombre, ni prueba permitida por él, que Satanás no pueda ni<br />

desee aprovechar para tentar, acosar y destruir el alma, si le damos la menor<br />

ventaja. En consecuencia, por grande que sea la luz espiritual de uno, por mucho<br />

que goce del favor y de las bendiciones divinas, debe andar siempre<br />

humildemente ante el Señor, y suplicar con fe a Dios que dirija cada uno de sus<br />

pensamientos y domine cada uno de sus impulsos.<br />

Todos los que profesan la vida piadosa tienen la más sagrada obligación de<br />

guardar su espíritu y de dominarse ante las mayores provocaciones. Las cargas<br />

impuestas a Moisés eran muy grandes; pocos hombres fueron jamás probados tan

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