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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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su iniquidad, y cuando los que temieron su nombre serán escudados y ocultados<br />

en el día de su ira. Escuchó el pacto de paz que Dios hará con los que hayan<br />

guardado su ley, cuando deje oír su voz desde su santa morada y tiemblen los<br />

cielos y la tierra. Vio la segunda venida de Cristo en gloria, a los muertos resucitar<br />

para recibir la vida eterna, y a los santos vivos trasladados sin ver la muerte, para<br />

ascender juntos con cantos de alabanza y alegría a la ciudad eterna de Dios.<br />

Otra escena aún se abre ante sus ojos: la tierra libertada de la maldición, más<br />

hermosa que la tierra de promisión cuya 510 belleza fuera desplegada a su vista<br />

tan breves momentos antes. Ya no hay pecado, y la muerte no puede entrar en<br />

ella. Allí las naciones de los salvos y bienaventurados hallan una patria eterna.<br />

Con alborozo indecible, Moisés mira la escena, el cumplimiento de una liberación<br />

aun más gloriosa que cuanto hayan imaginado sus esperanzas más halagüeñas.<br />

Habiendo terminado para siempre su peregrinación, el Israel de Dios entró por fin<br />

en la buena tierra.<br />

Otra vez se desvaneció la visión, y los ojos de Moisés se posaron sobre la tierra<br />

de Canaán tal <strong>com</strong>o se extendía en lontananza. Luego, <strong>com</strong>o un guerrero<br />

cansado, se acostó para reposar. "Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la<br />

tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y enterróle en el valle, en tierra de<br />

Moab, enfrente de Beth-peor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy." (Deut. 34: 5,<br />

6.) Muchos de los que no habían querido obedecer los consejos de Moisés<br />

mientras él estaba con ellos, hubieran estado en peligro de <strong>com</strong>eter idolatría con<br />

respecto a su cuerpo muerto, si hubieran sabido donde estaba sepultado. Por este<br />

motivo quedó ese sitio oculto para los hombres. Pero los ángeles de Dios<br />

enterraron el cuerpo de su siervo fiel, y vigilaron la tumba solitaria.<br />

"Y nunca más se levantó profeta en Israel <strong>com</strong>o Moisés, a quien haya conocido<br />

Jehová cara a cara; en todas las señales y prodigios que le envió Jehová a hacer;<br />

... y en toda aquella mano esforzado, y en todo el espanto grande que causó<br />

Moisés a ojos de todo Israel." (Vers. 10-12.)<br />

Si la vida de Moisés no se hubiera manchado con aquel único pecado que <strong>com</strong>etió<br />

al no dar a Dios la gloria de sacar agua de la roca en Cades, él habría entrado en<br />

la tierra prometida y habría sido trasladado al ciclo sin ver la muerte. Pero no hubo<br />

de permanecer mucho tiempo en la tumba. Cristo mismo, a<strong>com</strong>pañado de los<br />

ángeles que enterraron a Moisés, descendió del cielo para llamar al santo que<br />

dormía. Satanás se había regocijado por el éxito que obtuviera al inducir a Moisés<br />

a pecar contra Dios y a caer así bajo el dominio de la 511muerte. El gran<br />

adversario sostenía que la sentencia divina: "Polvo eres, y al polvo serás tornado"<br />

(Gén. 3: 19), le daba posesión de los muertos. Nunca había sido quebrantado el<br />

poder de la tumba, y él reclamaba a todos los que estaban en ella <strong>com</strong>o cautivos<br />

suyos que nunca habían de ser libertados de su lóbrega prisión.<br />

Por primera vez Cristo iba a dar vida a uno de los muertos. Cuando el Príncipe de<br />

la vida y los ángeles resplandecientes se aproximaron a la tumba, Satanás temió<br />

perder su hegemonía. Con sus ángeles malos, se aprestó a disputar la invasión<br />

del territorio que llamaba suyo. Se jactó de que el siervo de Dios había llegado a<br />

ser su prisionero. Declaró que ni siquiera Moisés había podido guardar la ley de<br />

Dios; que se había atribuido la gloria que pertenecía a Jehová -decir que había<br />

<strong>com</strong>etido el mismo pecado que hiciera desterrar a Satanás del cielo,- y por su<br />

transgresión había caído bajo el dominio de Satanás. El gran traidor reiteró los

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