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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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<strong>com</strong>placido por la fidelidad de Moisés, por su sencillez de corazón y su integridad;<br />

y le dio, <strong>com</strong>o a un fiel pastor, la gran misión de conducir a Israel a la tierra<br />

prometida.<br />

Cuando Moisés y Josué bajaron del monte, aquél con "las dos tablas del<br />

testimonio," oyeron los gritos de la multitud excitada, que evidentemente se<br />

hallaba en estado de alocada conmoción. Josué, <strong>com</strong>o soldado, pensó primero<br />

que se trataba de un ataque de sus enemigos. "Alarido de pelea hay en el campo,"<br />

dijo. Pero Moisés juzgó más acertadamente la naturaleza de la conmoción. No era<br />

ruido de <strong>com</strong>bate, sino 331 de festín. "No es eco de algazara de fuertes, ni eco de<br />

alaridos de flacos: algazara de cantar oigo yo."<br />

Al acercarse más al campamento, vieron al pueblo que gritaba y bailaba alrededor<br />

de su ídolo. Era una escena de libertinaje pagano, una imitación de las fiestas<br />

idólatras de Egipto; pero ¡cuán distinta era del solemne y reverente culto de Dios!<br />

Moisés quedó anonadado. Venía de la presencia de la gloria de Dios, y aunque se<br />

le había advertido lo que pasaba, no estaba preparado para aquella terrible<br />

muestra de la degradación de Israel. Su ira se encendió. Para demostrar cuánto<br />

aborrecía ese crimen, arrojó al suelo las tablas de piedra, que se quebraron a la<br />

vista del pueblo, dando a entender en esta forma que así <strong>com</strong>o ellos habían roto<br />

su pacto con Dios, así también Dios rompía su pacto con ellos.<br />

Moisés entró en el campamento, atravesó la multitud enardecida y, asiendo el<br />

ídolo, lo arrojó al fuego. Después lo hizo polvo, y esparciéndolo en el arroyo que<br />

descendía del monte, ordenó al pueblo beber de él. Así les demostró la <strong>com</strong>pleta<br />

inutilidad del dios que habían estado adorando.<br />

El gran jefe hizo <strong>com</strong>parecer ante él a su hermano culpable, y le preguntó<br />

severamente: "¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran<br />

pecado?" Aarón trató de defenderse explicando los clamores del pueblo; dijo que<br />

si no hubiera accedido a sus deseos, lo habrían matado. "No se enoje mi señor -<br />

dijo;- tú conoces el pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos<br />

dioses que vayan delante de nosotros, que a este Moisés, el varón que nos sacó<br />

de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién<br />

tiene oro? apartadlo. Y diéronmelo, y echélo en el fuego, y salió este becerro."<br />

Trató de hacerle creer a Moisés que se había obrado un milagro, que el oro había<br />

sido arrojado al fuego, y que mediante una fuerza sobrenatural se convirtió en un<br />

becerro. Pero de nada le valieron sus excusas y subterfugios. Fue tratado <strong>com</strong>o el<br />

principal ofensor. 332<br />

El hecho de que Aarón había sido bendecido y honrado más que el pueblo, hacía<br />

tanto más odioso su pecado. Fue Aarón, "el santo de Jehová" (Sal. 106: 16), el<br />

que había hecho el ídolo y anunciado la fiesta. Fue él, que había sido nombrado<br />

portavoz de Moisés y acerca de quien Dios mismo había manifestado: "Yo sé que<br />

él puede hablar bien" (Exo. 4: 14), el que no impidió a los idólatras que cumplieran<br />

su osado propósito contra el Cielo. Fue Aarón, por medio de quien Dios había<br />

obrado y enviado juicios sobre los egipcios y sus dioses, el que sin inmutarse oyó<br />

proclamar ante la imagen fundida: "Estos son tus dioses, que te sacaron de la<br />

tierra de Egipto." Fue él, que presenció la gloria del Señor cuando estuvo con<br />

Moisés en el monte y que no había visto nada en ella de lo cual pudiese hacerse<br />

una imagen, el que trocó aquella gloria en la semejanza de un becerro. Fue él, a<br />

quien Dios había confiado el gobierno del pueblo en ausencia de Moisés, el que

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