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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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y dudaba de su capacidad, el éxito le hizo confiar en sí mismo. La primera victoria<br />

de su reinado encendió en su corazón aquel orgullo que era su mayor peligro. El<br />

valor y la habilidad militar que manifestó en la liberación de Jabes-Galaad<br />

despertaron el entusiasmo de toda la nación. El pueblo honró a su rey,<br />

olvidándose de que no era sino el agente por medio de quien Dios había obrado; y<br />

aunque al principio Saúl dio toda la gloria a Dios, más tarde se atribuyó el honor.<br />

Perdió de vista el hecho de que dependía de Dios, y en su corazón se apartó del<br />

Señor. Así se preparó para <strong>com</strong>eter su pecado de presunción y sacrilegio en<br />

Gilgal.<br />

La misma confianza ciega en sí mismo le condujo a rechazar la reprensión de<br />

Samuel. Saúl reconocía que Samuel era un profeta enviado de Dios; por<br />

consiguiente, debiera haber aceptado el reproche, aunque él mismo no pudiese<br />

ver que había pecado. Si se hubiera mostrado dócil para ver y confesar su error,<br />

esta amarga experiencia le habría resultado en una salvaguardia para el futuro.<br />

Si el Señor se hubiera separado enteramente de Saúl, no le habría hablado otra<br />

vez por medio de su profeta, ni le habría 687 confiado una obra definida que<br />

hacer, para que corrigiera sus errores pasados. Cuando un profeso hijo de Dios se<br />

vuelve descuidado en el cumplimiento de la voluntad de su Padre, e induce así a<br />

otros a que sean irreverentes y desprecien los mandamientos de Dios, hay todavía<br />

una posibilidad de que sus fracasos se truequen en victorias si tan sólo acepta la<br />

reprensión con verdadera contrición de alma, y se vuelve hacia Dios con humildad<br />

y fe. La humillación de la derrota resulta a menudo en una bendición al mostrarnos<br />

nuestra incapacidad para hacer la voluntad de Dios sin su ayuda.<br />

Cuando Saúl se desvió de la reprensión que le mandó el Espíritu Santo de Dios, y<br />

persistió en justificarse obstinadamente, rechazó el único medio por el cual Dios<br />

podía obrar para salvarle de sí mismo. Se había separado voluntariamente de<br />

Dios. No podía recibir ayuda ni dirección de Dios antes de volver a él mediante la<br />

confesión de su pecado.<br />

En Gilgal, Saúl había aparentado ser muy concienzudo, cuando ante el ejército de<br />

Israel ofreció un sacrificio a Dios. Pero su piedad no era genuina. Un servicio<br />

religioso realizado en oposición directa al mandamiento de Dios, sólo sirvió para<br />

debilitar las manos de Saúl y le colocó en una posición tal que no podía recibir la<br />

ayuda que Dios quería tanto otorgarle.<br />

En la expedición contra Amalec, Saúl creyó que había hecho cuanto era esencial<br />

entre todo lo que el Señor le había mandado; pero al Señor no le agradó la<br />

obediencia parcial, ni quiso pasar por alto lo que se había descuidado por un<br />

motivo tan plausible. Dios no le ha dado al hombre la libertad de apartarse de sus<br />

mandamientos. El Señor había declarado a Israel: "No haréis ... cada uno lo que le<br />

parece," sino "guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando." (Deut.<br />

12: 8, 28.) Al decidir sobre cualquier camino a seguir, no hemos de preguntarnos<br />

si es previsible que de él resultará algún daño, sino más bien si está de acuerdo<br />

con la voluntad de Dios, "Hay camino que al hombre parece derecho; empero su<br />

fin son caminos de muerte." (Prov. 14: 12.) 688<br />

"El obedecer es mejor que los sacrificios." Las ofrendas de los sacrificios no tenían<br />

en sí mismas valor alguno a los ojos de Dios. Estaban destinadas a expresar, por<br />

parte del que las ofrecía, arrepentimiento del pecado y fe en Cristo, y a prometer<br />

obediencia futura a la ley de Dios. Pero sin arrepentimiento, ni fe ni un corazón

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