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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Cuando David había invadido el territorio de los amalecitas, había pasado a<br />

cuchillo a todos los habitantes que cayeron en sus manos. Si no hubiera sido por<br />

el poder refrenador de Dios, los amalecitas habrían tomado represalias<br />

destruyendo a la gente de Siclag. Resolvieron dejar con vida a los cautivos, para<br />

realzar más el honor de su triunfo con un gran número de prisioneros, pero<br />

pensaban venderlos después <strong>com</strong>o esclavos. Así, sin quererlo, cumplieron los<br />

propósitos de Dios, guardando los prisioneros sin hacerles daño, para ser<br />

devueltos a sus maridos y a sus padres.<br />

Todos los poderes terrenales están bajo el dominio del Ser Infinito. Al soberano<br />

más poderoso, al opresor más cruel, les dice: "Hasta aquí vendrás, y no pasarás<br />

adelante." (Job 38: 11.) El poder de Dios se ejerce constantemente para<br />

contrarrestar los agentes del mal. Obra de continuo entre los hombres, no para<br />

destruirlos, sino para corregirlos y preservarlos Con gran regocijo, los vencedores<br />

regresaron a sus casas. Al llegar adonde estaban los <strong>com</strong>pañeros que se habían<br />

quedado 751 atrás, los más egoístas e indisciplinados de los cuatrocientos<br />

insistieron en que aquellos que no habían tomado parte en la batalla no debían<br />

<strong>com</strong>partir el botín; que era suficiente que recobraran a sus esposas e hijos. Pero<br />

David no quiso permitir tal arreglo. "No hagáis eso, hermanos míos -les dijo,- de lo<br />

que nos ha dado Jehová y . . . porque igual parte ha de ser la de los que vienen a<br />

la batalla, y la de los que quedan con el bagaje: que partan juntamente." Así se<br />

arregló el asunto, y llegó a ser desde entonces ordenanza de Israel que todo el<br />

que estuviera relacionado honorablemente con una campaña militar debía<br />

participar del botín igualmente con los que habían tomado parte activa en el<br />

<strong>com</strong>bate.<br />

Además de haber recuperado todo el botín que les había sido tomado en Siclag,<br />

David y sus <strong>com</strong>pañeros habían capturado grandes rebaños y manadas que<br />

pertenecían a los amalecitas. Estos rebaños y manadas fueron llamados "presa de<br />

David," y al regresar a Siclag, envió de este botín regalos a los ancianos de su<br />

propia tribu de Judá. En esta distribución recordó a todos los que le habían tratado<br />

amistosamente a él y a sus <strong>com</strong>pañeros cuando estaban en las montañas y se<br />

veían obligados a huir de lugar a lugar para proteger su vida. Así reconoció con<br />

agradecimiento la bondad y simpatía que tan preciosas habían sido para el fugitivo<br />

perseguido.<br />

Había llegado el tercer día de la vuelta de David y de sus guerreros a Siclag.<br />

Mientras trabajaban para reparar las ruinas de sus hogares, esperaban<br />

ansiosamente las noticias del resultado de la batalla que, por lo que sabían, debía<br />

haberse librado entre Israel y los filisteos. De repente llegó al pueblo un<br />

mensajero, "rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza." (Véase 2 Sam. 1: 2-16.)<br />

Fue llevado en seguida a la presencia de David, ante quien se postró con<br />

reverencia, reconociendo en él a un príncipe poderoso cuyo favor deseaba. David<br />

inquirió ansiosamente por el resultado de la batalla. El fugitivo le informó de la<br />

derrota y muerte de Saúl, y de la muerte de Jonatán. Pero no se conformó con<br />

relatar sencillamente los 752 hechos. Suponiendo evidentemente que David debía<br />

sentir enemistad hacia su perseguidor implacable, el forastero creyó conseguir<br />

honor para sí si se declaraba matador del rey. Con aire jactancioso el hombre<br />

prosiguió relatando que durante el curso de la batalla había encontrado al<br />

monarca de Israel herido, gravemente apremiado y acorralado por sus enemigos,

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