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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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había estimado mucho al profeta; pero la reprensión de Samuel despertó su<br />

resentimiento, y desde entonces le evitaba en lo posible.<br />

Pero el Señor envió a su siervo con otro mensaje para Saúl. Por la obediencia<br />

podía probar todavía que era fiel a Dios y digno de ir a la cabeza de Israel. Samuel<br />

fue adonde estaba el rey, y le entregó el mensaje del Señor. Para que el monarca<br />

pudiera <strong>com</strong>prender cuán importante es acatar el mandamiento, Samuel declaró<br />

expresamente que le hablaba por orden divina, por la misma autoridad que había<br />

llamado a Saúl al trono. El profeta dijo: "Así ha dicho Jehová de los ejércitos:<br />

Acuérdome de lo que hizo Amalec a Israel; que se le opuso en el camino, cuando<br />

subía de Egipto. Ve pues, y hiere a Amalec, y destruiréis en él todo lo que tuviera:<br />

y no te apiades de él: mata hombres, mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas,<br />

camellos y asnos." (Véase 1 Samuel 15)<br />

Los amalecitas fueron los primeros que guerrearon contra Israel en el desierto; y a<br />

causa de este pecado, juntamente con 680 la manera en que desafiaban a Dios y<br />

se envilecieron por la idolatría, el Señor, por medio de Moisés, había pronunciado<br />

sentencia contra ellos. Por instrucción divina, quedó registrada la historia de su<br />

crueldad hacia Israel, con la orden: "Raerás la memoria de Amalec de debajo del<br />

cielo: no te olvides." (Deut. 25: 19.) Durante cuatrocientos años se había<br />

postergado la ejecución de esta sentencia; pero los amalecitas no se habían<br />

apartado de sus pecados. El Señor sabía que esta gente impía raería, si fuera<br />

posible, su pueblo y su culto de la tierra. Ahora había llegado la hora en que debía<br />

ejecutarse la tan diferida sentencia.<br />

La paciencia de Dios hacia los impíos envalentona a los hombres en la<br />

transgresión; pero el hecho de que su castigo se demore no lo hará menos seguro<br />

ni menos terrible. "Jehová se levantará <strong>com</strong>o en el monte Perasim, <strong>com</strong>o en el<br />

valle de Gabaón se enojará para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su<br />

operación, su extraña operación." (Isa. 28: 21.)<br />

Para nuestro Dios misericordioso, el acto del castigo es un acto extraño. "Vivo yo,<br />

dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío<br />

de su camino, y que viva." (Eze. 33: 1.) El Señor es "misericordioso, y piadoso;<br />

tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad, . . . que perdona la iniquidad, la<br />

rebelión, y el pecado." No obstante, "de ningún modo justificará al malvado." (Exo.<br />

34: 6, 7) Aunque no se deleita en la venganza, ejecutará su juicio contra los<br />

transgresores de su ley. Se ve forzado a ello, para salvar a los habitantes de la<br />

tierra de la depravación y la ruina total. Para salvar a algunos, debe eliminar a los<br />

que se han empedernido en el pecado. "Jehová es tardo para la ira, y grande en<br />

poder, y no tendrá al culpado por inocente." (Nah. 1: 3.) Mediante terribles actos<br />

de justicia vindicará la autoridad de su ley pisoteada. El mismo hecho de que le<br />

repugna ejecutar la justicia, atestigua la enormidad de los pecados que exigen sus<br />

juicios, y la severidad de la retribución que espera al transgresor. 681<br />

Pero aun mientras Dios ejecuta su justicia, recuerda la misericordia. Los<br />

amalecitas debían ser destruidos, pero los cineos, que moraban entre ellos, se<br />

habían de salvar. Este pueblo, aunque no estaba enteramente libre de la idolatría,<br />

adoraba a Dios, y manifestaba amistad hacia Israel. De esta tribu procedía el<br />

cuñado de Moisés, Obab, quien había a<strong>com</strong>pañado a los israelitas en sus viajes<br />

por el desierto, y por su conocimiento del país les había prestado valiosos<br />

servicios.

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