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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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La silla de Jehová está en el cielo:<br />

Sus ojos ven, sus párpados examinan<br />

A los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo;<br />

Empero al malo y al que ama la violencia,<br />

Su alma aborrece." (Sal. 11: 1-5.)<br />

Los zifitas a cuya región salvaje David había huido desde Keila, avisaron a Saúl,<br />

en Gabaa, de que sabían donde se ocultaba David, y que guiarían al rey a su<br />

retiro. Pero David, advertido de las intenciones de ellos, cambió de posición, y<br />

buscó refugio en las montañas entre Maón y el mar Muerto.<br />

Nuevamente se le <strong>com</strong>unicó a Saúl: "He aquí que David está en el desierto de<br />

Engaddi. Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca<br />

de David y de los suyos, por las cumbres de los peñascos de las cabras<br />

monteses." David sólo tenía seiscientos hombres en su <strong>com</strong>pañía, en tanto que<br />

Saúl avanzaba contra él con un ejército de tres mil.<br />

En una cueva retirada el hijo de Isaí y sus hombres esperaban la dirección de Dios<br />

acerca de lo que habían de hacer. Mientras Saúl se abría paso montaña arriba, se<br />

desvió, y entró solo en la caverna misma donde David y su grupo estaban<br />

escondidos. Cuando los hombres de David vieron esto, le instaron a que diera<br />

muerte a Saúl. Interpretaban ellos el hecho de que el rey estaba ahora en su<br />

poder, <strong>com</strong>o una evidencia segura de que Dios mismo había entregado al<br />

enemigo 718 en sus manos, para que lo mataran. David estuvo tentado a mirar así<br />

el asunto; pero la voz de la conciencia le habló, diciéndole: No toques al ungido de<br />

Jehová.<br />

Los hombres de David aun no querían dejar a Saúl irse en paz, y le recordaron a<br />

su jefe las palabras de Dios: "He aquí que entrego tu enemigo en tus manos, y<br />

harás con él <strong>com</strong>o te pareciera. Y levantase David, y calladamente cortó la orilla<br />

del manto de Saúl." Pero su conciencia le remordió después, porque había dañado<br />

el manto del rey.<br />

Saúl se levantó y salió de la cueva para continuar su búsqueda, cuando sus oídos<br />

sorprendidos oyeron una voz que le decía: "¡Mi Señor, el rey!" Se volvió para ver<br />

quién se dirigía a él, y he aquí que era el hijo de Isaí, el hombre a quien por tanto<br />

tiempo había deseado tener en su poder para matarlo. David se postró ante el rey,<br />

reconociéndole <strong>com</strong>o su señor. Dirigió luego estas palabras a Saúl: "¿Por qué<br />

oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? He aquí han<br />

visto hoy tus ojos <strong>com</strong>o Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva: y<br />

dijeron que te matase, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra<br />

mi señor, porque ungido es de Jehová. Y mira, padre mío, mira aún la orilla de tu<br />

manto en mi mano: porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce<br />

pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; con todo,<br />

tú andas a caza de mi vida para quitármela."<br />

Cuando Saúl oyó las palabras de David, se humilló, y no pudo menos de admitir<br />

su veracidad. Sus sentimientos se conmovieron profundamente al darse cuenta de<br />

cuán <strong>com</strong>pletamente había estado él en el poder del hombre cuya vida buscaba.<br />

David estaba en pie ante él, consciente de su inocencia. Con ánimo enternecido,<br />

Saúl exclamó: "¿No es ésta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz<br />

lloró." Luego Saúl le dijo: "Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien,<br />

habiéndote yo pagado con mal. . . . Porque ¿quien hallará a su enemigo, y lo

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