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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Allí los dejaron los ángeles y se volvieron a Sodoma para cumplir su obra de<br />

destrucción. Otro, Aquel a quien había implorado Abrahán, se acercó a Lot. En<br />

todas las ciudades de la llanura, no se habían encontrado ni siquiera diez justos;<br />

pero en respuesta al ruego del patriarca, el hombre que temía 158 a Dios fue<br />

preservado de la destrucción. Con vehemencia aterradora se le dio el<br />

mandamiento: "Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura;<br />

escapa al monte, no sea que perezcas." Cualquier tardanza o vacilación sería<br />

ahora fatal. El retrasarse por echar una sola mirada a la ciudad condenada, el<br />

detenerse un solo momento, sintiendo dejar un hogar tan hermoso, les habría<br />

costado la vida. La tempestad del juicio divino sólo esperaba que estos pobres<br />

fugitivos escapasen.<br />

Pero Lot, confuso y aterrado, protestó que no podía hacer lo que se le exigía, por<br />

temor a que le ocurriera algún mal que le causara la muerte. Mientras vivía en<br />

aquella ciudad impía, en medio de la incredulidad, su fe había disminuido. El<br />

Príncipe del cielo estaba a su lado, y sin embargo rogaba por su vida <strong>com</strong>o si el<br />

Dios que había manifestado tanto cuidado y amor hacia él no estuviera dispuesto<br />

a seguir protegiéndole. Debiera haber confiado plenamente en el mensajero<br />

divino, poniendo su voluntad y su vida en las manos del Señor, sin duda ni<br />

pregunta alguna. Pero <strong>com</strong>o tantos otros, trató de hacer planes por sí mismo: "He<br />

aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña: escaparé<br />

ahora allá, (¿no es ella pequeña?) y vivirá mi alma." La ciudad mencionada aquí<br />

era Bela, que más tarde se llamó Zoar. Estaba a pocas millas de Sodoma, era tan<br />

corrompida <strong>com</strong>o ésta, Y también condenada a la destrucción. Pero Lot rogó que<br />

fuese conservada, insistiendo en que era poco lo que pedía; y lo que deseaba le<br />

fue otorgado. El Señor le aseguró: "He aquí he recibido también tu súplica sobre<br />

esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado." ¡Cuánta es la misericordia de<br />

Dios hacia sus extraviadas criaturas!<br />

Otra vez se le dio la solemne orden de apresurarse, pues la tempestad de fuego<br />

tardaría muy poco en llegar. Pero una de las personas fugitivas se atrevió a mirar<br />

hacia atrás, hacia la ciudad condenada, y se convirtió en monumento del juicio de<br />

Dios. Si Lot mismo no hubiese vacilado en obedecer a la 159 advertencia del<br />

ángel, y si hubiese huído con prontitud hacia las montañas, sin una palabra de<br />

súplica ni de protesta, su esposa también habría podido escapar. La influencia del<br />

ejemplo de él la habría salvado del pecado que selló su condenación. Pero la<br />

vacilación y la tardanza de él la indujeron a ella a considerar livianamente la<br />

amonestación divina. Mientras su cuerpo estaba en la llanura, su corazón se asía<br />

de Sodoma, y con Sodoma pereció. Se rebeló contra Dios porque sus juicios<br />

arrastraban a sus hijos y sus bienes a la ruina. Aunque fue muy favorecida al ser<br />

llamada a que saliera de la ciudad impía, creyó que se la trataban duramente,<br />

porque tenía que dejar para ser destruidas las riquezas que habían acumulado<br />

con el trabajo de muchos años. En vez de aceptar la salvación con gratitud, miró<br />

hacia atrás presuntuosamente deseando la vida de los que habían despreciado la<br />

advertencia divina. Su pecado mostró que no era digna de la vida, por cuya<br />

conservación sentía tan poca gratitud.<br />

Debiéramos guardarnos de tratar tan ligeramente las benignas medidas que Dios<br />

toma para nuestra salvación. Hay cristianos que dicen: "No me interesa ser salvo,<br />

si mi esposa y mis hijos no se salvan conmigo." Les parece que sin la presencia

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