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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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oh Jehová, que yo haga esto -exclamó.- ¿He de beber yo la sangre de los varones<br />

que fueron con peligro de su vida?" Y reverentemente derramó el agua en ofrenda<br />

a Dios. David había sido guerrero; y gran parte de su vida había transcurrido entre<br />

escenas de violencia; pero entre todos los que pasaron por tal prueba, pocos son<br />

en verdad los que hayan sido tan poco afectados por su influencia endurecedora y<br />

desmoralizadora <strong>com</strong>o lo fue David.<br />

El sobrino de David, Abisaí, uno de sus capitanes más 797 valientes, no pudo<br />

escuchar con paciencia las palabras insultantes de Semei. "¿Por qué maldice este<br />

perro muerto a mi señor el rey? -exclamó.- Yo te ruego que me dejes pasar, y<br />

quitaréle la cabeza. "Pero el rey se lo prohibió. "He aquí -dijo,- mi hijo que ha<br />

salido de mis entrañas, acecha a mi vida: ¿cuánto más ahora un hijo de<br />

Benjamín? Dejadle que maldiga, que Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová<br />

a mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy."<br />

La conciencia le estaba diciendo verdades amargas y humillantes a David.<br />

Mientras que sus súbditos fieles se preguntaban el porqué de este repentino<br />

cambio de fortuna, éste no era un misterio para el rey. A menudo había tenido<br />

presentimientos de una hora <strong>com</strong>o ésta. Se había sorprendido de que Dios<br />

hubiera soportado durante tanto tiempo sus pecados y hubiera dilatado la<br />

retribución que merecía. Y ahora en su precipitada y triste huida, con los pies<br />

descalzos, y habiendo trocado su manto real por saco y ceniza, y mientras los<br />

lamentos de los que le seguían despertaban los ecos de las colinas, pensó en su<br />

amada capital, en el sitio que había sido escenario de su pecado, y al recordar las<br />

bondades y la paciencia de Dios, no quedó del todo sin esperanza. Creyó que el<br />

Señor aun le trataría con misericordia.<br />

Más de un obrador de iniquidad ha excusado su propio pecado señalando la caída<br />

de David; pero ¡cuán pocos son los que manifiestan la penitencia y la humildad de<br />

David! ¡Cuán pocos soportarían la reprensión y la retribución con la paciencia y la<br />

fortaleza que él manifestó! El había confesado su pecado, y durante muchos años<br />

había procurado cumplir su deber <strong>com</strong>o fiel siervo de Dios; había trabajado por la<br />

edificación de su reino, y éste había alcanzado bajo su gobierno una fortaleza y<br />

una prosperidad nunca logradas antes. Había reunido enormes cantidades de<br />

material para la construcción de la casa de Dios; y ahora, ¿iba a ser barrido todo<br />

el trabajo de su vida? ¿Debían los resultados de muchos años de labor<br />

consagrada, la obra del genio, de la devoción y del buen 798 gobierno, pasar a las<br />

manos de su hijo traidor y temerario, que no consideraba el honor de Dios ni la<br />

prosperidad de Israel? ¡Cuán natural hubiera parecido que David murmurase<br />

contra Dios en esta gran aflicción!<br />

Pero él vio en su propio pecado la causa de su dificultad. Las palabras del profeta<br />

Miqueas respiran el espíritu que alentó el corazón de David: "Aunque more en<br />

tinieblas, Jehová será mi luz. La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él,<br />

hasta que juzgue mi causa y haga mi juicio." (Miq. 7: 8, 9.) Y el Señor no<br />

abandonó a David. Este capítulo de su experiencia cuando, sufriendo los insultos<br />

más crueles y los agravios más severos, se muestra humilde, desinteresado,<br />

generoso y sumiso, es uno de los más nobles de toda su historia. Jamás fue el<br />

gobernante de Israel más verdaderamente grande a los ojos del cielo que en esta<br />

hora de más profunda humillación exterior.

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