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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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campamento que le era asignada, entró en la de los israelitas y aseveró tener<br />

derecho a levantar su tienda allí. La ley divina se lo prohibía, 432 pues los<br />

descendientes de un egipcio estaban excluidos de la congregación hasta la tercera<br />

generación. Se entabló una disputa entre él y un israelita, y habiéndose<br />

presentado el asunto a los jueces, el fallo fue adverso al transgresor.<br />

Enfurecido por esta decisión maldijo al juez, y en el ardor de su ira blasfemó<br />

contra el nombre de Dios. Inmediatamente se le llevó ante Moisés. Se había dado<br />

el mandamiento: "El que maldijera a su padre o a su madre, morirá;" pero no se<br />

había dictado medida aplicable a este caso. Era tan terrible este delito que era<br />

necesaria la dirección especial de Dios para resolver lo procedente. Se puso al<br />

hombre bajo custodia mientras se averiguaba cuál era la voluntad del Señor. Dios<br />

mismo pronunció la sentencia; y por orden divina se condujo al blasfemador fuera<br />

del campamento, y allí se le dio muerte por apedreamiento. Los que habían<br />

presenciado el pecado colocaron las manos sobre la cabeza de él, atestiguando<br />

así solemnemente la veracidad del cargo que se le hacía. Luego le tiraron las<br />

primeras piedras, y el pueblo que estaba cerca participó después en la ejecución<br />

de la sentencia.<br />

A esto siguió la promulgación de una nueva ley que había de aplicarse a ofensas<br />

semejantes: "Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijera a<br />

su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemara el nombre de Jehová, ha de ser<br />

muerto; toda la congregación lo apedreará: así el extranjero <strong>com</strong>o el natural, si<br />

blasfemara el Nombre, que muera." (Exo. 21: 17.)<br />

Hay quienes expresan dudas acerca del amor y la justicia de Dios al aplicar un<br />

castigo tan severo por un delito consistente en palabras habladas en un momento<br />

de acaloramiento. Pero tanto el amor <strong>com</strong>o la justicia eligen que se demuestre que<br />

las palabras inspiradas por la malicia contra Dios constituyen un gran pecado. El<br />

castigo que se le impuso al primer ofensor había de advertir a los demás que el<br />

nombre de Dios debe reverenciarse. Pero si el pecado de este hombre hubiese<br />

quedado impune, otros se habrían desmoralizado; y <strong>com</strong>o resultado 433 eventual<br />

habría sido necesario sacrificar muchas vidas.<br />

La "multitud mixta" que a<strong>com</strong>pañaba a los israelitas desde Egipto daba<br />

continuamente origen a dificultades y tentaciones. Los que la <strong>com</strong>ponían decían<br />

haber renunciado a la idolatría y profesaban adorar al Dios verdadero; pero su<br />

educación y disciplina anteriores habían moldeado sus hábitos y sus caracteres,<br />

de modo que en mayor o menor medida estaban corrompidos por la idolatría y la<br />

irreverencia hacia Dios. Ellos eran los que más a menudo suscitaban contiendas;<br />

eran los primeros en quejarse, y corrompían el campamento con sus prácticas<br />

idólatras y sus murmuraciones contra Dios. Poco después del regreso al desierto,<br />

ocurrió un ejemplo de violación del sábado, en circunstancias que dieron especial<br />

culpabilidad al caso. Al anunciar el Señor que desheredaría a Israel, se despertó<br />

un espíritu de rebelión. Un hombre del pueblo, airado por haber sido excluido de<br />

Canaán, resolvió desafiar abiertamente la ley de Dios, y se atrevió a violar<br />

públicamente el cuarto mandamiento, saliendo a recoger leña en sábado. Se<br />

había prohibido terminantemente encender fuego el séptimo día durante la estada<br />

en el desierto. La prohibición no había de extenderse a la tierra de Canaán, donde<br />

la severidad del clima haría a menudo necesario que se tuviese fuego; pero éste<br />

no se necesitaba en el desierto para calentarse. El acto llevado a cabo por este

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