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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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CAPÍTULO 60. La Presunción de Saúl<br />

<strong>DE</strong>SPUÉS de la asamblea de Gilgal, Saúl licenció el ejército que había acudido a<br />

su llamamiento para destruir a los amonitas. Sólo retuvo una reserva de dos mil<br />

hombres que habían de permanecer apostados bajo su mando en Michmas, y mil<br />

hombres para que asistieran a su hijo Jonatán en Gabaa. Esto fue un grave error.<br />

Su ejército se había llenado de esperanza y ánimo con la victoria reciente; y si él<br />

hubiera procedido inmediatamente contra otras naciones enemigas de Israel,<br />

habría dado un golpe decisivo en pro de las libertades de la nación.<br />

Mientras tanto, sus belicosos vecinos, los filisteos, estaban activos. Aun después<br />

de la derrota de Eben-ezer, habían conservado algunos fortines en las colinas de<br />

la tierra de Israel; y ahora se establecieron en el mismo corazón del país. En<br />

cuanto a facilidades, armas y equipo en general, los filisteos tenían una gran<br />

ventaja sobre Israel. Durante el largo período de su opresión, habían procurado<br />

acrecentar su poder prohibiéndoles a los israelitas que practicaran el oficio de<br />

herreros, no fuera que se fabricaran armas de guerra. Una vez hecha la paz, los<br />

hebreos hubieron de seguir acudiendo a las guarniciones filisteas para los trabajos<br />

de esa clase que necesitaban. Dominados por el amor a la <strong>com</strong>odidad, y por el<br />

espíritu abyecto que creara la larga opresión, los hombres de Israel habían<br />

descuidado, en alto grado, el proporcionarse armas de <strong>com</strong>bate. En la guerra se<br />

usaban arcos y hondas, y los israelitas podían obtener estas cosas; pero ninguno<br />

de ellos, excepto Saúl y su hijo Jonatán, poseían una lanza o una espada. (1 Sam.<br />

13: 22.)<br />

Hasta el segundo año del reinado de Saúl no se hizo esfuerzo alguno por<br />

subyugar a los filisteos. El primer golpe fue 670 dado por Jonatán, el hijo del rey,<br />

que atacó y venció la fortaleza de Gabaa. Los filisteos exasperados por la derrota<br />

que habían sufrido, se dispusieron a atacar con celeridad a Israel.<br />

Saúl mandó entonces proclamar la guerra a son de trompeta en toda la tierra, para<br />

llamar a todos los hombres de guerra, inclusive las tribus de allende el Jordán, a<br />

fin de que se reunieran en Gilgal. Esta orden y citación fue obedecida. Los filisteos<br />

habían reunido un enorme ejército en Michmas, "treinta mil carros, y seis mil<br />

caballos, y pueblo <strong>com</strong>o la arena que está a la orilla de la mar en multitud." (1<br />

Sam. 13: 5.) Cuando lo llegaron a saber Saúl y su ejército en Gilgal, el pueblo se<br />

atemorizó al pensar en las enormes fuerzas que habría de arrostrar en batalla. No<br />

estaba preparado para ello, y muchos estaban tan aterrorizados que rehuían la<br />

prueba de un encuentro. Algunos atravesaron el Jordán, en tanto que otros se<br />

escondieron en cuevas y hoyos, y entre las rocas que abundaban en aquella<br />

región. A medida que se acercaba la hora de la batalla, el número de desertores<br />

aumentaba, y los que no se habían retirado de sus puestos estaban llenos de<br />

temor y de presentimientos desfavorables.<br />

Cuando Saúl fue ungido rey de Israel, había recibido de Samuel instrucciones<br />

precisas acerca de la conducta que debía seguir en esa ocasión. "Bajarás delante<br />

de mi a Gilgal -le había dicho el profeta;- y luego descenderé yo a ti para sacrificar<br />

holocaustos, e inmolar víctimas pacíficas. Espera siete días, hasta que yo venga a<br />

ti, y te enseñe lo que has de hacer." (1 Sam. 10: 8.)<br />

Saúl estuvo aguardando un día tras otro, pero sin hacer esfuerzos decididos por<br />

animar al pueblo ni inspirarle confianza en Dios. Antes que hubiera expirado el<br />

plazo señalado por el profeta, se impacientó por la tardanza, y se dejó desalentar

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