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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Cuando Dios condujo a su pueblo por segunda vez a la frontera de Canaán,<br />

proporcionó evidencias adicionales de su poder a aquellas naciones paganas.<br />

Vieron que Dios había estado con Israel en la victoria que obtuvo sobre los<br />

ejércitos del rey Arad y de los cananeos, y en el milagro obrado para salvar a los<br />

que perecían por las mordeduras de las serpientes. Aunque se les había negado<br />

el permiso de pasar por la tierra de Edom, y por ello se habían visto obligados a<br />

tomar la ruta larga y difícil a orillas del mar Rojo, los israelitas no habían<br />

manifestado hostilidad en todos sus viajes y campamentos frente a las tierras de<br />

Edom, de Moab y de Amón, ni habían hecho daño alguno a la gente o a sus<br />

propiedades. Al llegar a la frontera de los amorreos, Israel había solicitado permiso<br />

para atravesar directamente el país, prometiendo que observaría las mismas<br />

reglas que habían regido su trato con otras naciones. Cuando el rey amorreo<br />

rehusó lo pedido con cortesía, y en señal de desafío congregó a sus ejércitos para<br />

la batalla, se colmó la copa de la iniquidad de ese pueblo, y ahora Dios iba a<br />

ejercer su poder para derrocarlo.<br />

Los israelitas cruzaron el río Arnón, y avanzaron sobre el enemigo. Se libró un<br />

<strong>com</strong>bate, en el cual los ejércitos de Israel salieron victoriosos, y aprovechando la<br />

ventaja obtenida estuvieron pronto en posesión de la tierra de los amorreos. Fue el<br />

Capitán de los ejércitos del Señor el que venció a los enemigos de su pueblo; y<br />

habría hecho lo mismo treinta y ocho años antes, si Israel hubiera confiado en él.<br />

Henchidos de esperanza y ánimo, los ejércitos de Israel avanzaron con ardor y,<br />

siguiendo hacia el norte, pronto llegaron a una tierra que podía probar muy bien su<br />

valor y su fe en Dios. Ante ellos se extendía el reino de Basán, poderoso y muy<br />

poblado, lleno de ciudades de piedra que hasta hoy inspiran asombro al mundo,<br />

"sesenta ciudades . . . fortalecidas 464 con alto muro, con puertas y barras; sin<br />

otras muy muchas ciudades sin muro." (Véase Deut. 3: 1-11.) Las casas se habían<br />

construido con enormes piedras negras, de dimensiones tan estupendas que<br />

hacían los edificios absolutamente inexpugnables para cualquier ejército que en<br />

aquellos tiempos los pudiera atacar. Era un país lleno de cavernas salvajes, altos<br />

precipicios, simas abiertas y rocas escarpadas. Los habitantes de esa tierra,<br />

descendientes de una raza de gigantes, eran ellos mismos de fuerza y tamaño<br />

asombrosos, y tanto se distinguían por su violencia y su crueldad, que<br />

aterrorizaban a las naciones circunvecinas; mientras que Og, rey del país, se<br />

destacaba por su tamaño y sus proezas, aun en una nación de gigantes.<br />

Pero la columna de nube avanzaba y, guiados por ella, los ejércitos hebreos<br />

llegaron hasta Edrei, donde los esperaba el gigante, con sus ejércitos. Og había<br />

escogido hábilmente el sitio de la batalla. La ciudad de Edrei estaba situada en la<br />

orilla de una meseta cubierta de rocas volcánicas y desgarradas que se levantaba<br />

abruptamente de la planicie. Sólo podía llegarse a la ciudad por desfiladeros<br />

angostos y escarpados. En caso de ser derrotadas, sus fuerzas podrían encontrar<br />

en aquel desierto de rocas un refugio donde los extranjeros no podrían<br />

perseguirlas.<br />

Seguro de su éxito, el rey salió con su enorme ejército a la llanura abierta;<br />

mientras que se oían los alaridos desafiantes que partían de la meseta superior,<br />

donde se podían ver las lanzas de millares deseosos de entrar en liza. Cuando los<br />

hebreos miraron la forma alta de aquel gigante de gigantes que sobrepasaba a los<br />

soldados de, su ejército, cuando vieron los ejércitos que le rodeaban y divisaron la

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