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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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está la lanza del rey, y la botija del agua que estaba en su cabecera. Y conociendo<br />

Saúl la voz de David, dijo: ¿No es ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió:<br />

Mi voz es, rey señor mío. Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿qué<br />

he hecho? ¿qué mal hay en mi mano? Ruego pues, que el rey mi señor oiga ahora<br />

las palabras de su siervo."<br />

Nuevamente confesó el rey, diciendo: "He pecado: vuélvete, hijo mío David, que<br />

ningún mal te haré más, pues que mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He<br />

aquí, yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera. Y David respondió, y<br />

dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados, y tómela." No obstante<br />

que Saúl había hecho la promesa: "Ningún mal te haré," David no se entregó en<br />

sus manos.<br />

Este segundo caso en que David respetaba la vida de su soberano hizo una<br />

impresión aún más profunda en la mente de Saúl, y arrancó de él un<br />

reconocimiento más humilde de su falta. Le asombraba y subyugaba la<br />

manifestación de tanta bondad. Al despedirse de David, Saúl exclamó: "Bendito<br />

eres tú, hijo mío David; sin duda ejecutarás tú grandes empresas, y prevalecerás."<br />

Pero el hijo de Isaí no tenía esperanza de que él siguiera por mucho tiempo en<br />

esta actitud. 728<br />

David perdió la esperanza de reconciliarse con Saúl. Parecía inevitable que cayera<br />

finalmente víctima de la malicia del rey, y decidió otra vez buscar refugio en tierra<br />

de los filisteos. Con los seiscientos hombres que mandaba, se fue a Achis, rey de<br />

Gath.<br />

La conclusión de David, de que Saúl ciertamente alcanzaría su propósito<br />

homicida, se formó sin el consejo de Dios. Aun cuando Saúl estaba maquinando y<br />

procurando su destrucción, el Señor obraba para asegurarle el reino a David. El<br />

Señor lleva a cabo sus planes, aunque muchas veces para los ojos humanos<br />

parezcan velados por el misterio. Los hombres no pueden <strong>com</strong>prender las<br />

maneras de proceder de Dios; y, mirando las apariencias, interpretan las<br />

dificultades, las pruebas y las aflicciones que Dios permite que les sobrevengan,<br />

<strong>com</strong>o cosas que van encaminadas contra ellos, y que sólo les causarán la ruina.<br />

Así miró David las apariencias, y pasó por alto las promesas de Dios. Dudó que<br />

jamás llegara a ocupar el trono. Las largas pruebas habían debilitado su fe y<br />

agotado su paciencia.<br />

El Señor no envió a David para que buscara protección entre los filisteos, los<br />

enemigos acérrimos de Israel. Esa nación se iba a contar entre sus peores<br />

enemigos hasta el final; y sin embargo, huyó a ella en busca de ayuda cuando la<br />

necesitó. Habiendo perdido toda fe en Saúl y en los que le servían, se entregó a la<br />

merced de los enemigos de su pueblo. David era un general valeroso; había dado<br />

muestras de ser un guerrero sabio y había salido siempre victorioso en sus<br />

batallas; pero ahora estaba obrando directamente contra sus propios intereses al<br />

dirigirse a los filisteos. Dios le había designado para que levantase su estandarte<br />

en la tierra de Judá, y fue la falta de fe lo que le llevó a abandonar su puesto del<br />

deber sin un mandamiento del Señor.<br />

La incredulidad de David deshonró a Dios. Los filisteos habían temido más a David<br />

que a Saúl y sus ejércitos; y al ponerse bajo la protección de los filisteos, David les<br />

reveló las 729 debilidades de su propio pueblo. Así animó a estos implacables<br />

enemigos a oprimir a Israel. David había sido ungido para que defendiera al

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