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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Apenas Esaú se puso en camino para cumplir su encargo, empezó Rebeca a<br />

realizar su intención. Refirió a Jacob lo que había sucedido, y le apremió con la<br />

necesidad de obrar en seguida, para impedir que la bendición se diera definitiva e<br />

irrevocablemente a Esaú. Le aseguró que si obedecía sus instrucciones obtendría<br />

la bendición, <strong>com</strong>o Dios lo había prometido. Jacob no consintió en seguida en<br />

apoyar el plan que ella propuso. La idea de engañar a su padre le causaba 179<br />

mucha aflicción. Le parecía que tal pecado le traería una maldición más bien que<br />

bendición. Pero sus escrúpulos fueron vencidos y procedió a hacer lo que le<br />

sugería su madre. No era su intención pronunciar una mentira directa, pero<br />

cuando estuvo ante su padre, le pareció que había ido demasiado lejos para poder<br />

retroceder, y valiéndose de un engaño obtuvo la codiciada bendición.<br />

Jacob y Rebeca triunfaron en su propósito, pero por su engaño no se granjearon<br />

más que tristeza y aflicción. Dios había declarado que Jacob debía recibir la<br />

primogenitura y si hubiesen esperado con confianza hasta que Dios obrara en su<br />

favor, la promesa se habría cumplido a su debido tiempo. Pero, <strong>com</strong>o muchos que<br />

hoy profesan ser hijos de Dios, no quisieron dejar el asunto en las manos del<br />

Señor. Rebeca se arrepintió amargamente del mal consejo que había dado a su<br />

hijo; pues fue la causa de que quedara separada de él y nunca más volviera a ver<br />

su rostro. Desde la hora en que recibió la primogenitura, Jacob se sintió agobiado<br />

por la condenación propia. Había pecado contra su padre, contra su hermano,<br />

contra su propia alma, y contra Dios. En sólo una hora se había acarreado una<br />

larga vida de arrepentimiento. Esta escena estuvo siempre presente ante él en sus<br />

altos postrimeros, cuando la mala conducta de sus propios hijos oprimía su alma.<br />

Ni bien hubo dejado Jacob la tienda de su padre, entró Esaú. Aunque había<br />

vendido su primogenitura y confirmado el trueque con un solemne juramento,<br />

estaba ahora decidido a conseguir sus bendiciones, a pesar de las protestas de su<br />

hermano. Con la primogenitura espiritual estaba unida la temporal, que le daría el<br />

gobierno de la familia y una porción doble de las riquezas de su padre. Estas eran<br />

bendiciones que él podía avalorar. "Levántese mi padre -dijo,- y <strong>com</strong>a de la caza<br />

de su hijo, para que me bendiga tu alma."<br />

Temblando de asombro y congoja, el anciano padre se dio cuenta del engaño<br />

<strong>com</strong>etido contra él. Habían sido frustradas 180 las caras esperanzas que había<br />

albergado durante tanto tiempo, y sintió en el alma el desengaño que había de<br />

herir a su hijo mayor. Sin embargo, se le ocurrió <strong>com</strong>o un relámpago la convicción<br />

de que era la providencia de Dios la que había vencido su intención, y había<br />

realizado aquello mismo que él había resuelto impedir. Se acordó de las palabras<br />

que el ángel había dicho a Rebeca, y no obstante el pecado del cual Jacob ahora<br />

era culpable, vio en él al hijo más capaz para realizar los propósitos de Dios.<br />

Cuando las palabras de la bendición estaban en sus labios, había sentido sobre sí<br />

el Espíritu de la inspiración; y ahora, conociendo todas las circunstancias, ratificó<br />

la bendición que sin saberlo había pronunciado sobre Jacob: "Yo le bendije, y será<br />

bendito."<br />

Esaú había menospreciado la bendición mientras parecía estar a su alcance, pero<br />

ahora que se le había escapado para siempre, deseó poseerla. Se despertó toda<br />

la fuerza de su naturaleza impetuosa y apasionada, y su dolor e ira fueron<br />

terribles. Gritó con intensa amargura "Bendíceme también a mí, padre mío." "¿No<br />

has guardado bendición para mi?" Pero la promesa dada no se había de revocar.

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