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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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En esta ocasión, Dios no dictó juicios contra los impíos cuyo procedimiento inicuo<br />

había provocado tanta ira en Moisés y Aarón. Toda la reprensión cayó sobre los<br />

dos jefes. Los que representaban a Dios no le habían honrado. Moisés y Aarón se<br />

habían sentido agraviados, y no habían tenido en cuenta que las murmuraciones<br />

del pueblo no eran contra ellos, sino contra Dios. Por mirar a sí mismos y apelar a<br />

sus propias simpatías, habían caldo inconscientemente en pecado, y no<br />

expusieron al pueblo la gran culpabilidad en que había incurrido ante Dios.<br />

Amargo y profundamente humillante fue el juicio que se pronunció en seguida.<br />

"Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme<br />

en ojos de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra<br />

que les he dado." Juntamente con el rebelde Israel, habrían de morir antes de que<br />

se cruzara el Jordán. Si Moisés y Aarón se hubieran tenido en alta estima o si<br />

hubieran dado rienda suelta a un espíritu apasionado frente a la amonestación y<br />

reprensión divinas, su culpa habría sido mucho mayor. Pero no se los podía<br />

acusar de haber pecado intencionada y deliberadamente; habían sido vencidos<br />

por una tentación repentina, y su contrición fue inmediata y de todo corazón. El<br />

Señor aceptó su arrepentimiento, aunque, a causa del daño que su pecado<br />

pudiera ocasionar entre el pueblo, no podía remitir el castigo.<br />

Moisés no ocultó su sentencia, sino que le dijo al pueblo que por no haber<br />

atribuido la gloria a Dios, no lo podría introducir en la tierra prometida. Lo invitó a<br />

que notara cuán severo era el castigo que se le infligía, y luego considerara cómo<br />

debía de juzgar Dios sus murmuraciones y su modo de atribuir a un simple<br />

hombre los juicios que habían merecido todos por sus pecados. Les explicó cómo<br />

había suplicado a Dios que le remitiera la sentencia y ello le había sido negado.<br />

"Mas Jehová se había enojado contra mi por causa de vosotros -dijo- por lo cual<br />

no me oyó." (Deut. 3: 26.)<br />

Cada vez que se vieran en dificultad o prueba, los israelitas 444 habían estado<br />

dispuestos a culpar a Moisés por haberlos sacado de Egipto, <strong>com</strong>o si Dios no<br />

hubiese intervenido en el asunto. Durante toda su peregrinación, cuando se<br />

quejaban de las dificultades del camino y murmuraban contra sus jefes, Moisés les<br />

decía: "Vuestra murmuración se dirige contra Dios. El, y no yo, es quien os libró."<br />

Pero con sus palabras precipitadas ante la roca: "¿Os hemos de hacer salir<br />

aguas?" admitía virtualmente el cargo que ellos le hacían, y con ello los habría de<br />

confirmar en su incredulidad y justificaría sus murmuraciones. El Señor quería<br />

eliminar para siempre de su mente esta impresión al prohibir a Moisés que entrara<br />

en la tierra prometida. Ello probaba en forma inequívoca que su caudillo no era<br />

Moisés, sino el poderoso Ángel de quien el Señor había dicho: "He aquí yo envío<br />

el Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar<br />

que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz. . .porque mi nombre<br />

está en él." (Exo. 23: 20, 21.)<br />

"Jehová se había enojado contra mí por causa de vosotros," dijo Moisés. Todos<br />

los ojos de Israel estaban fijos en Moisés, y su pecado arrojaba una sombra sobre<br />

Dios, que le había escogido <strong>com</strong>o jefe de su pueblo. Toda la congregación sabía<br />

de la transgresión; y si se la hubiera pasado por alto <strong>com</strong>o cosa sin importancia,<br />

se habría creado la impresión de que bajo una gran provocación la incredulidad y<br />

la impaciencia podían excusarse entre aquellos que ocupaban elevados cargos de<br />

responsabilidad. Pero cuando se declaró que, a causa de aquel pecado único,

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