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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Samuel a la casa de Isaí así <strong>com</strong>o su partida sigilosa, habían despertado en la<br />

mente de los hermanos de David sospechas en cuanto al verdadero objeto de su<br />

visita. Los celos de ellos se habían despertado al verle recibir mayor honra que la<br />

tributada a ellos, y no le miraban con el respeto y el amor que merecía por su<br />

integridad y su ternura fraternal. Lo consideraban <strong>com</strong>o un pastorcillo joven, y<br />

ahora la pregunta que hizo fue interpretada por Eliab <strong>com</strong>o una censura de la<br />

cobardía que él mismo demostraba al no hacer esfuerzo alguno por acallar al<br />

gigante filisteo. El hermano mayor exclamó airado: "¿Para qué has descendido<br />

acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu<br />

soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido."<br />

Respetuosamente, pero con decisión, contestó David: "¿Qué he hecho yo ahora?<br />

Estas, ¿no son palabras?"<br />

Las palabras de David fueron repetidas al rey, quien inmediatamente hizo<br />

<strong>com</strong>parecer al joven ante sí. Saúl escuchó con asombro las palabras del pastor<br />

cuando dijo: "No desmaye ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este<br />

Filisteo." Saúl procuró disuadir a David de su propósito; pero el joven no se dejó<br />

convencer. Contestó con sencillez y sin jactancia relatando lo que le sucediera<br />

mientras cuidaba los rebaños de su padre, y dijo: "Jehová que me ha librado de<br />

las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de<br />

este Filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová sea contigo." 700<br />

Durante cuarenta días la hueste israelita había temblado ante el desafío arrogante<br />

del gigante filisteo. Sus corazones decaían cuando miraban el enorme cuerpo, que<br />

media seis codos y un palmo. Llevaba en la cabeza un almete de metal, y estaba<br />

vestido de una coraza de planchas que pesaba cinco mil siclos, y con grebas de<br />

metal en las piernas. La cota estaba hecha de planchas de metal puestas la una<br />

sobre la otra, <strong>com</strong>o las escamas de un pez, tan estrechamente juntadas que<br />

ningún dardo o saeta podía penetrar a través de la armadura. A la espalda el<br />

gigante llevaba una jabalina o lanza enorme, también de bronce. "El asta de su<br />

lanza era <strong>com</strong>o un enjullo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos<br />

de hierro: e iba su escudero delante de él."<br />

Mañana y tarde Goliat se había acercado al campamento israelita, diciendo en alta<br />

voz: "¿Para qué salís a dar batalla? ¿no soy yo el Filisteo, y vosotros los siervos<br />

de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí: si él pudiere<br />

pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos: y si yo pudiera<br />

más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y<br />

añadió el Filisteo: Hoy yo he desafiado el campo de Israel; dadme un hombre que<br />

pelee conmigo."<br />

Aunque Saúl había dado permiso a David para que aceptara el desafío, el rey<br />

tenía muy pocas esperanzas de que David tuviera éxito en su valerosa empresa.<br />

Había ordenado que se vistiera al joven de la coraza del rey. Se le puso el pesado<br />

almete de metal en la cabeza y se le ciñó al cuerpo la coraza así <strong>com</strong>o la espada<br />

del monarca. Así pertrechado, inició la marcha, pero pronto volvió sobre sus<br />

pasos. Lo primero que pensaron los espectadores ansiosos fue que David había<br />

decidido, no arriesgar su vida en tan desigual encuentro con su antagonista. Pero<br />

el valiente joven distaba mucho de pensar así. Cuando regresó adonde estaba<br />

Saúl, suplicó que le permitiera, quitarse aquella pesada armadura, diciendo: "Yo<br />

no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué." Se quitó la armadura del

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