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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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Fueron pues y, entrando por la frontera meridional, procedieron hacia el extremo<br />

septentrional, y reconocieron toda la tierra. Regresaron después de una ausencia<br />

de cuarenta días. El pueblo abrigaba grandes esperanzas, y aguardaba en<br />

anhelosa expectación. Las noticias de regreso de los espías cundieron de una<br />

tribu a otra y fueron recibidas con exclamaciones de regocijo. El pueblo salió<br />

apresuradamente al encuentro de los mensajeros, que habían regresado sanos y<br />

salvos a pesar de los peligros de su arriesgada empresa. Los espías habían traído<br />

muestras de frutos que revelaban la fertilidad de la tierra. Era la estación de las<br />

uvas, y traían un racimo tan grande que lo habían de transportar entre dos.<br />

También habían traído muestras de los higos y las granadas que se cosechaban<br />

allí en abundancia.<br />

El pueblo se llenó de alborozo ante la perspectiva de entrar en posesión de una<br />

tierra tan buena, y escuchó atentamente los informes presentados a Moisés para<br />

que no se le escapara una sola palabra. "Nosotros llegamos a la tierra a la cual<br />

nos enviaste 408 -principiaron a decir los espías,- la que ciertamente fluye leche y<br />

miel; y éste es el fruto de ella." (Núm. 13: 17-33.) El pueblo se llenó de<br />

entusiasmo; ansiaba obedecer la voz del Señor, e ir inmediatamente a tomar<br />

posesión de la tierra. Pero después de describir la hermosura y la fertilidad de la<br />

tierra, todos los espías, menos dos de ellos, explicaron ampliamente las<br />

dificultades y los peligros que arrostraría Israel si emprendía la conquista de<br />

Canaán. Enumeraron las naciones poderosas que había en las distintas partes del<br />

país, y dijeron que las ciudades eran muy grandes y amuralladas, que el pueblo<br />

que vivía allí era fuerte, y que sería imposible vencerlo. También manifestaron que<br />

habían visto gigantes, los hijos de Anac, en aquella región; y que era inútil pensar<br />

en apoderarse de la tierra.<br />

Entonces cambió la escena. Mientras los espías expresaban los sentimientos de<br />

sus corazones incrédulos y llenos de un desaliento causado por Satanás, la<br />

esperanza y el ánimo se fueron trocando en cobarde desesperación. La<br />

incredulidad arrojó una sombra lóbrega sobre el pueblo, y éste se olvidó de la<br />

omnipotencia de Dios, tan a menudo manifestada en favor de la nación escogida.<br />

El pueblo no se detuvo a reflexionar ni razonó que Aquel que lo había llevado<br />

hasta allí le daría ciertamente la tierra; no recordó cuán milagrosamente Dios lo<br />

había librado de sus opresores, abriéndole paso a través de la mar y destruyendo<br />

las huestes del faraón que lo perseguían. Hizo caso omiso de Dios, y obró <strong>com</strong>o si<br />

debiera depender únicamente del poder de las armas.<br />

En su incredulidad, los israelitas limitaron el poder de Dios, y desconfiaron de la<br />

mano que hasta entonces los había dirigido felizmente. Volvieron a <strong>com</strong>eter el<br />

error de murmurar contra Moisés y Aarón. "Este es pues el fin de todas nuestras<br />

esperanzas -dijeron.- Esta es la tierra para cuya posesión hicimos el largo viaje<br />

desde Egipto." Acusaron a sus jefes de engañar al pueblo y de atraer tribulación<br />

sobre Israel.<br />

El pueblo estaba desilusionado y desesperado. Se elevó un 409 llanto de angustia<br />

que se entremezcló con el confuso murmullo de las voces. Caleb <strong>com</strong>prendió la<br />

situación, y lleno de audacia para defender la palabra de Dios, hizo cuanto pudo<br />

para contrarrestar la influencia maléfica de sus infieles <strong>com</strong>pañeros. Calló el<br />

pueblo un momento para escuchar sus palabras de aliento y esperanza con<br />

respecto a la buena tierra. No contradijo lo que ya se había dicho; las murallas

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