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HISTORIA DE LOS PATRIARCAS Y PROFETAS ... - Iasdsanjudas.com

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cargos originales que había lanzado contra el gobierno divino, y repitió sus quejas<br />

de que Dios había sido injusto con él.<br />

Cristo no se rebajó a entrar en controversia con Satanás. Podría haber presentado<br />

contra él la obra cruel que sus engaños, habían realizado en el cielo, al ocasionar<br />

la ruina de un gran número de sus habitantes. Podría haber señalado las mentiras<br />

que había dicho en el Edén y que habían hecho pecar a Adán e introducido la<br />

muerte entre el género humano. Podría haberle recordado a Satanás que él era<br />

quien había inducido a Israel: a murmurar y a rebelarse hasta agotar la paciencia<br />

longánime de su jefe, y sorprendiéndolo en un momento de descuido, le había<br />

arrastrado a <strong>com</strong>eter el pecado que lo había puesto en las garras de la muerte.<br />

Pero Cristo lo confió todo a su Padre, diciendo: "¡El Señor te reprenda" (Judas 9.)<br />

El Salvador no entró en disputa con su adversario, sino que en ese mismo<br />

momento y lugar <strong>com</strong>enzó a quebrantar el poder del enemigo caído y a dar la vida<br />

a los muertos. Satanás tuvo allí una evidencia incontrovertible de la supremacía<br />

512 del Hijo de Dios. La resurrección quedó asegurada para siempre. Satanás fue<br />

despojado de su presa; los justos muertos volverían a vivir.<br />

Como consecuencia del pecado, Moisés había caído bajo el dominio de Satanás.<br />

Por sus propios méritos era legalmente cautivo de la muerte; pero resucitó para la<br />

vida inmortal, por el derecho que tenía a ella en nombre del Redentor. Moisés<br />

salió de la tumba glorificado, y ascendió con su Libertador a la ciudad de Dios.<br />

Nunca, hasta que se ejemplificaron en el sacrificio de Cristo, se manifestaron la<br />

justicia y el amor de Dios más Señaladamente que en sus relaciones con Moisés.<br />

Dios le vedó la entrada a Canaán para enseñar una lección que nunca debía<br />

olvidarse; a saber, que él exige una obediencia estricta y que los hombres deben<br />

cuidar de no atribuirse la gloria que pertenece á su Creador. No podía conceder a<br />

Moisés lo que pidiera al rogar que le dejara participar en la herencia de Israel; pero<br />

no olvidó ni abandonó a su siervo. El Dios del cielo <strong>com</strong>prendía los sufrimientos<br />

que Moisés había soportado; había observado todos los actos de su fiel servicio a<br />

través de los largos años de conflicto y prueba. En la cumbre de Pisga, Dios llamó<br />

a Moisés a una herencia infinitamente más gloriosa que la Canaán terrenal.<br />

En el monte de la transfiguración, Moisés estuvo presente con Ellas, quien había<br />

sido trasladado. Fueron enviados <strong>com</strong>o portadores de la luz y la gloria del Padre<br />

para su Hijo. Y así se cumplió por fin la oración que elevara Moisés tantos siglos<br />

antes. Estaba en el "buen monte," dentro de la heredad de su pueblo, testificando<br />

en favor de Aquel en quien se concentraban todas las promesas de Israel. Tal es<br />

la última escena revelada al ojo mortal con referencia a la historia de aquel<br />

hombre tan altamente honrado por el cielo.<br />

Moisés fue un tipo o figura de Cristo, El mismo había declarado a Israel: "Profeta<br />

de en medio de ti de tus hermanos, <strong>com</strong>o yo, te levantará Jehová tu Dios; a él<br />

oiréis." (Deut. 18: 15.) 513 Dios tuvo a bien disciplinar a Moisés en la escuela de la<br />

aflicción y la pobreza, antes de que estuviera preparado para conducir las huestes<br />

de Israel hacia la Canaán terrenal. El Israel de Dios, que viaja hacia la Canaán<br />

celestial, tiene un Capitán que no necesitó enseñanzas humanas que le<br />

prepararan para su misión de conductor divino; no obstante fue perfeccionado por<br />

el sufrimiento; "porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso<br />

para socorrer a los que son tentados." (Heb. 2: 10, 18.) Nuestro Redentor no

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