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De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
estado clerical. Los tres aspectos debían estar debidamente
documentados. El primero comprobándose poseer un beneficio,
una capellanía o haberse hecho la partición de los bienes heredados
de las legítimas paterna y materna. El segundo acreditando
certificaciones de los grados que el candidato dijese poseer. Debía
presentarse asimismo la constancia de haberse ordenado de
órdenes menores.
No se exigían estudios universitarios para la ordenación
sacerdotal y la colación canónica para impartir sacramentos. La
selección dependió de la edad y conducta personal del candidato, y
de su conocimiento de la doctrina y el culto. El concilio de Trento
estipulaba que el obispo debía investigar la edad, educación, moral,
aprendizaje y fe del pretendiente. 43 La inclinación al estado se
evaluaba a través de la información de vita et moribus, por la que
el interesado solicitaba ser admitido a las órdenes mayores y
presentaba dos testigos que acreditaban su buena conducta e
inclinación al estado clerical. Asimismo, los testigos debían
declarar sobre quienes eran los padres y abuelos del candidato y si
éste era hijo legítimo de legítimo matrimonio, y atestiguar si el
aspirante pertenecía a una familia de cristianos viejos, sin manchas
de herejías. 44
La promoción en los beneficios eclesiásticos, incluía el
gobierno parroquial: curas párrocos, tenientes, interinos y
sustitutos. La promoción en función de los cargos y oficios
desempeñados, distinguía entre los vinculados al ámbito
parroquial: sacristanes, sochantres, mayordomos de fábrica,
colectores, y los de otras circunscripciones eclesiásticas: vicario
foráneo. La promoción en las prebendas se producía dentro del
cabildo eclesiástico, racioneros, canónigos, dignidades, y en los
ascensos entre los cabildos eclesiásticos de otras diócesis.
Por último, la promoción en la administración y gobierno de
las diócesis incluía las promociones de los obispos entre las
diócesis de inicio, ascenso y fin, hasta los arzobispados. En la
administración diocesana: promotor fiscal, provisor y vicario
general, secretaría de Cámara, notario de Cámara. Las carreras de
clérigos que hemos descrito nos muestran sin embargo que en el
ámbito de la administración diocesana los cargos no se
relacionaban entre sí de manera ascendente, es decir que quien era
promotor fiscal llegaba a ser provisor y vicario general. Como eran
cargos proveídos por nombramiento de los obispos el criterio de
selección se basaba en la confianza y contacto previo con el
escogido.
43 Concilio de Trento, sesión 23, de Reformatione, cap. 7.
44 AASCH, Secretaría del Obispado, leg. 7, s/f.
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