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De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
Otro título de ordenación de mayores era el de “suficiencia”
aplicable a quienes no tuvieran patrimonio familiar ni rentas
eclesiásticas que les sirvieran como congrua, pero poseían de
forma notoria el conocimiento y la aptitud para ordenarse in sacris.
El título de ordenación por el cual un candidato accedía a las
órdenes mayores condicionaba las posibilidades de su carrera
futura. El clero patrimonial se compuso de sacerdotes ordenados a
título de capellanía, de patrimonio, o de una combinación de
ambos, que los liberaba de la obligación de servir en los beneficios
de la diócesis. Como las capellanías no eran instituidas por la
autoridad eclesiástica, sino sólo meramente aprobadas por el
ordinario, los sacerdotes ordenados con este título quedaban fuera
de la autoridad del obispo en cuanto al servicio en beneficios,
aunque se los consideraba domiciliarios del obispado. 32 Un
capellán sólo tenía la obligación de cumplir con la carga específica
que le imponía la capellanía que servía. La misma independencia
de los obispos la tenían los ordenados a título de patrimonio, ya
que su subsistencia estaba asegurada sin la necesidad de servir
beneficios. A estos clérigos ordenados de mayores a título de
capellanía o patrimonio se los conoce también como clérigos
particulares o de ejercicio libre del ministerio sacerdotal. Se
caracterizaron por ser un clero extraparroquial. La historiografía
les ha prestado poco caso, tal vez por las escasas huellas que la
mayoría de ellos dejaron y por la dificultad consecuente de
identificarlos. Este grupo del clero secular, fuertemente autónomo
de los obispos, estaba por lo general estrechamente relacionado
con la elite social local, fundadora de mayorazgos y capellanías.
Estas últimas eran fundaciones perpetuas que afectaban bienes con
cuyas rentas se mantenía a un clérigo, generalmente elegido por ser
descendiente del fundador y él mismo miembro de la familia, sin
otra obligación que cumplir las cargas impuestas por el fundador,
entre las cuales figuraba, casi siempre, un cierto número de misas
para su alma.
Una parte de este clero extraparroquial se dedicaba a negocios
familiares. La tendencia puesta en marcha a partir del concilio de
Trento de revalorizar el poder episcopal y de extender su jurisdicción
chocaba con la existencia de este clero sin obligaciones pastorales
claras y del clero regular, ambos autónomos con respecto de los
obispos y en última instancia de Roma. Para la Monarquía este
32 Robles, Lorenzo, Nociones teológicas y jurídicas sobre beneficios
eclesiásticos, capellanías y patronatos, Imprenta San Diego, Santiago,197 pp.,
1893.
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