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De colonial a nacional: la carrera eclesiástica del clero secular chileno entre 1650 y 1810
clero patrimonial también era molesto porque no podía controlarlo
al no depender de los beneficios de patronato real. La paulatina
desintegración del Antiguo Régimen que comenzó con la
revolución francesa acabó a la larga con el clero patrimonial, por la
amortización de los bienes eclesiásticos y la incautación de los
réditos de las capellanías.
La bibliografía sobre el clero secular en la América española
da cuenta de la existencia de este grupo. Apenas vislumbrado y
conocido, constituyen más bien un campo de investigación abierto.
Roberto Di Stéfano 33 señala que en Buenos Aires en 1778 los
clérigos particulares representaban el 66% del clero secular: de los
setenta clérigos que había, cuarenta y seis no tenían oficio
determinado. La proporción seguía siendo la misma en 1810.
William Taylor 34 al estudiarlos en México en el siglo XVIII, se
refiere a ellos como sacerdotes “sin destino”, que celebraban misa
pero la gran mayoría de ellos no impartían otros sacramentos.
Algunos vivían entre la elite cultivada y no aspiraron nunca a ser
párrocos. Tenían fortuna propia u ocupaban cargos directivos en la
diócesis, como rectores del seminario o asesores de la audiencia
episcopal. En un informe del obispo de ciudad de México en 1758
se señala que había mil sacerdotes en la ciudad y otros mil en la
arquidiócesis ordenados a título de capellanía, muchos de ellos
sirviendo como capellanes de haciendas.
También aumentó el clero secular patrimonial del obispado de
Santiago de Chile en la segunda mitad del siglo XVIII. A partir de
1753 podemos conocer con exactitud el número de ordenaciones
sacerdotales y los títulos de ordenación. De las trescientas veinte
ordenaciones sacerdotales de clérigos domiciliarios del obispado
que se celebraron entre 1753 y 1810, ciento dieciocho fueron a
título de capellanía y treinta y dos a título de patrimonio.
Pero como los reyes de España ejercían el patronato universal
en Indias sobre los cabildos eclesiásticos y obispados, quienes
quisieran hacer carrera en estos beneficios tenían que vincularse
con el Rey. Los súbditos experimentaban la gracia real como fruto
de la prestación de servicios, de la fidelidad demostrada en el
servicio al monarca, de los méritos personales y familiares. De ahí
el enorme prestigio social que la distinción de una presentación
eclesiástica implicaba para el favorecido. La concesión papal
posibilitó entonces la creación de un vínculo muy estrecho entre el
Rey y el clero secular en las Indias, mucho más que en España.
33 Di Stéfano, Roberto, “Abundancia de clérigos...”, op. cit., pp. 33-59.
34 William Taylor, Ibidem, p. 114.
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