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ingeniería en méxico, 400 años de historiatercios de harina en flor y, una vez cernida, llevarla a Perote en un volumen calculadopara dos navíos. Más aún, los pedidos debían hacerse con antelación considerandoque los barcos permanecían en el puerto entre treinta, y treinta y cinco días, y que ladistancia entre Puebla y Perote, de 30 leguas, la cubrían los arrieros en un plazo deocho días como máximo. Especificaba que los envíos debían ser completos en tresbarcos, en noviembre, febrero y junio, respectivamente. Y para finalizar, declarabaque el máximo abasto de harina era de 14 000 tercios para La Habana y 1833 terciospara Florida, Panzacola, Mobila y Nueva Orleans, con un total de 16 000 tercios. Asípues, la carga máxima por barco sería de 2500 tercios, y en cuanto a las raciones demenestras y de carnes, convendría ponerlas en Veracruz y Perote al mismo tiempoque la harina, para que llegaran más frescas.La experiencia que se tuvo con la harina hizo que el virrey aprovechara el propósitode Carlos III de establecer procesos tanto de cáñamo como de lino, por lo queexpidió una serie de disposiciones encauzadas a lograr “su fomento y perfección”,y convocó además a inventores que desarrollaran telas novohispanas y poder abrirnuevos mercados.Rápidamente apareció un candidato, el prior del convento de Nuestra Señorade la Piedad, fray Ildefonso de Trujillo, quien le comunicó a De Gálvez el descubrimiento“años atrás”, en 1778, de un proceso para impulsar el desarrollo textilnovohispano a través de unas hierbas conocidas como malvas, de lo cual aún norecibía respuesta. Decía que era muy fácil obtener de las malvas hebras parecidasa las del cáñamo, y que para ello bastaba dejar que maduraran hasta adquirir colory resistencia para después de ser arrancadas y deshidratadas al sol, y mantenerlasen agua hasta que se desprendieran sus fibras; además “cada caña produciría hastaocho capas”. Le hacía saber que, bajo cierto proceso, dichas hebras eran mejoresque las barbas de coco que se empleaban en San Blas para elaborar cables y calafatesde los barcos, y que incluso “en España podrán utilizarse para la confecciónde telas”. Además destacaba que la utilidad de la planta era aún mayor porque nonecesitaba “ni siembra ni cultivo”, ya que brotaba espontáneamente y que, en cuestionesde la hilatura, ya estaba adiestrando a los indígenas. Parece, de hecho, que elprior consiguió su propósito, pues en una carta de Andrés José de Velasco, firmadaen la hacienda de Ramos el 9 de agosto de 1783, le informaba a fray Ildefonso queestaban en proceso las gestiones necesarias para el beneficio y el laboreo de lasmalvas, el cual, con permiso del rey, iba a realizarse en Durango. Según Velasco sucultivo sería muy beneficioso tanto para la Real Hacienda como para los naturales,que podrían emplear sus excedentes en un comercio de trueque o ventas, y abrir274

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