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capítulo iv. siglo xixcombustión de gases que se desprendían al verificarse la incineración de las basuras.Los hornos serían construidos por parte de él a extramuros de la ciudad y en lacantidad que fuera necesario para la cremación continua de los materiales especificados.Para verificar la eficacia de todo el sistema se comprometía a integrar porsu cuenta un horno para ser probado ante el Ayuntamiento y el Consejo Superiorde Salubridad. Sin embargo, la desconfianza en los diseños mexicanos hizo que elingeniero Luis Salazar, antiguo encargado de la Comisión de Obras Públicas delGobierno del Distrito, le encomendara al “ingeniero de la Ciudad”, Mateo Plower,investigar en Estados Unidos el funcionamiento de unos modernos hornos incineradoresy la factibilidad de utilizarlos en México.Plower visitó la ciudad de San Antonio, Texas, donde le fue demostrado el funcionamientode varios hornos, unos de los cuales ya estaban en uso en Texas desdehacía más de diez años; sin embargo, muchos de ellos fallaban por haber sido construidossin supervisión técnica y manejados por personas no capacitadas para ello.De todos los hornos que le mostraron, se inclinó por el Brownlee, que en un segundofuego quemaba los gases generados en la primera combustión.A su regreso al país, y después de analizar sus múltiples observaciones, le informóa Luis Salazar que para la ciudad de México no recomendaba un horno de ese tipo,pues su capacidad para fecales no era para una urbe como la de México. Además sucosto resultaba bastante alto respecto a la calcinación de basura doméstica, de hoteles,de mercados, restos de animales y otros desperdicios. En el caso de los establos yde los rastros, podía hacerse al separar los materiales combustibles de los incombustiblesy quemarlos en hornos más económicos, sin desechar los que respondieran aepidemias, pues debían calcinarse los desperdicios humanos, básicamente los infecciososque provinieran de los hospitales. Afirmaba que un procesador destinado alrastro sería más conveniente de diseñar. Dos años después, aún seguía el propósitode establecer hornos crematorios.La mancha demográfica y comercial al suroriente de la traza volvió en poco tiempoinsuficiente el corral de limpia de la plazuela de San Salvador el Verde, por lo quese buscaron en 1897 otros locales a fin de cubrir el servicio de las 4ª y 5ª delegaciones,uno en la calle del Puente de Santo Tomás no. 1523, y otro en la calle de la Soledadde la Santa Cruz no. 11/2. Para la 2ª demarcación se tomó un corral situado en larinconada de la plaza de Venegas, y para la 1ª, el de la calzada de Guadalupe n° 1 sepasó a la manzana no. 33 de la colonia Morelos.Ante la necesidad de cubrir áreas cada vez más grandes en cuanto a limpia urbanay solucionar las innumerables quejas, el Ayuntamiento no dejaba de exigir informes347

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