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capítulo i. siglo xviLos conductos principales se conocieron como el eje de Tacuba y el eje de SanFrancisco. Con ello, la población empezó a disfrutar del privilegio de disponer aguadentro de sus domicilios en mayor cantidad. Al cabo de un tiempo, sin embargo, elagua volvió a escasear, mientras que las enfermedades gastrointestinales presentaronun aumento alarmante. El gobierno virreinal no entendía la causa, pues la red respondíaa patrones de calidad en todos los sentidos. Lo que empezaba a presentarseera una problemática de larga permanencia: la ciudad se hundía, lo que se agravabapor las pesadas construcciones españolas y por haberse extendido el área urbana azonas falsamente consolidadas.Las depresiones se manifestaban en dos formas: la pérdida de verticalidad en lasconstrucciones, y en fracturas de los propios inmuebles, del acueducto y de la red subterráneade agua, con la consecuente pérdida de líquido. Una de las soluciones que seprobaron consistió en instalar ductos de barro recocido al doble vidriado, pero no funcionó;otra, en sustituir la tubería de barro por metal pero resultaba demasiado caro,así que hubo que buscar otra solución. Finalmente se escogió la de colocar la tubería debarro en una atarjea y cubrirla con losas, lo cual al principio redujo el número de fracturas,pero la disminución del caudal y el aumento de las humedades locales hicieronpensar en otra respuesta: recurrir a una atarjea reforzada con una cama y cerrada conlosas. En el caso de nuevas averías, la contaminación del agua se podría evitar mediantela construcción de las paredes de la atarjea con materiales porosos como piedra pómezy tezontle (incluida la argamasa), mismos que funcionaban como filtro de aguas contaminadas.Un segundo recurso consistió en que los módulos de la tubería de barro siguieransiendo de una vara mexicana pero con juntas machihembradas y retacadas conestopa, brea y aceite grueso. La mezcla se endurecía sin solidificarse, permitiendo unapequeña flexibilidad en la unión que, sumada a la continuidad de tubos, daba una toleranciaexcelente ante las prolongadas y abundantes catenarias. Si bien las fracturas en laatarjea conductora no se evitaban, no sucedía lo mismo con las guías transportadorasde agua. Tal vez sin pensarlo se había logrado la tubería flexible. Cuando la red de aguaempezó a dar el resultado esperado, el abastecimiento de agua dejó de ser gratuito, y yacon un caudal mayor de abasto y un mejor sistema de distribución el Ayuntamientootorgó más mercedes bajo las mismas condiciones: licencia, volumen acorde con lasnecesidades reales y que los solicitantes sufragaran el costo del encañado, para lo que elAyuntamiento exigía una fianza que cubriera los gastos efectuados.Continuando con las grandes obras, en un viaje de observación por los cuatro barriosindígenas en 1537, el virrey pudo apreciar un caos citadino insólito: los naturaleshabían perdido prácticamente en una década el orden urbano en el que vivieron.39

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