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vida-liquida-zygmunt-bauman

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entendidos, mensajes que se disuelven y se desvanecen en apenas un fragmento de frase,

capturados y ajusticiados mucho antes del nacimiento del significado; llamamientos o

frases inacabadas sin un sitio por el que empezar.

Y, sin embargo, estos basurales están llenos de vida. Allí nada permanece inmóvil;

todo está temporalmente ausente de alguna parte o en viaje hacia algún otro lugar.

Todos los hogares son sólo posadas a mitad de camino. Esas vallas y esos muros,

atestados de capas y más capas de significados que lo fueron en su momento, habrían

sido (o puede que aún sean) instantáneas fotográficas de una historia en construcción,

una historia que avanza destruyendo su rastro: la historia como fábrica de desechos, de

residuos. Ni creación ni destrucción, ni aprendizaje ni verdadero olvido: sólo la lívida

constatación de la futilidad, o mejor dicho, de la más absoluta estupidez que suponen

tales distinciones. Nada nace allí para vivir mucho tiempo y nada muere de manera

definitiva.

Los cuadros de Manolo Valdés son también enormes e, igualmente, guardan un

asombroso parecido unos con otros. Sea cual sea el mensaje que transmitan, todos se

repiten con una persistencia empalagosa y apasionada al mismo tiempo, una y otra vez,

obra tras obra. Valdés pinta/reúne/compone/pega caras. O, mejor dicho, una única

cara: el rostro de una misma mujer. Cada cuadro es la prueba material de un nuevo

comienzo, un nuevo intento, un nuevo esfuerzo dedicado a finalizar el retrato. ¿O es

acaso el testimonio de un trabajo completado tiempo atrás pero declarado obsoleto y

demolido inmediatamente después? El lienzo se quedó inmovilizado en el momento

mismo en que lo colgaron en la pared de la galería, ¿pero subía o bajaba? ¿Aller o

retour? Díganmelo ustedes… Pueden apostarse todo su dinero y el mío, si quieren, pero

seguirán siendo incapaces de distinguir el «hacia atrás» del «hacia delante». Esta

distinción, como la contraposición entre creación y destrucción, ha perdido ya todo su

sentido (si es que alguna vez llegó a tenerlo). Ese vacío que yace ahora desnudo donde

supuestamente residía el significado era un secreto celosamente guardado por todos

aquellos que insistían que «hacia delante» era la manera correcta de referirse al lugar

en el que ellos (los progresistas) tenían puesta su mirada; ellos eran quienes afirmaban

que «creación» era el nombre apropiado para la destrucción que ellos (las personas

creativas) habían conseguido llevar a cabo. Ese es, al menos, el mensaje (quizás el

único mensaje) que los cuadros de Valdés entonan al unísono.

Los retazos de los collages de Valdés han sido laboriosamente ensamblados, capa a

capa, a partir de pedazos y trozos de arpillera: algunos de ellos han sido teñidos, en

otros se muestra desnuda la vieja tonalidad insulsa del yute o del cáñamo, en otros se

ha aplicado una primera capa de imprimación para poder pintar luego por encima, y en

otros se han desprendido ya escamas resecas de la pintura que se les había aplicado

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