Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
poco interesante resulta ese breve «estornudo <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s riñones», comparado con la extática<br />
contemplación sacralizada, palabras que utilizo con reticencia porque hoy están teñidas <strong>de</strong> resabios<br />
místicos. Ahora bien, todo éxtasis místico es sexual, incluso <strong>lo</strong>s <strong>de</strong> santa Teresa <strong>de</strong> Ávila. Es significativo<br />
que, con mucha frecuencia, <strong>el</strong> místico <strong>de</strong>scriba su éxtasis en términos eróticos, <strong>lo</strong> que es<br />
incongruente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nuestro contexto cultural, obsesionado por la antinomia (ficticia) entre <strong>el</strong><br />
sexo y <strong>el</strong> espíritu. Molestos, nos explican que ese lenguaje es simbólico. Sonrisa <strong>de</strong> entendimiento<br />
<strong>de</strong> <strong>lo</strong>s tántricos...<br />
Sin embargo, algunas visiones místicas son verda<strong>de</strong>ramente simbólicas. Cuando santa Teresa<br />
dice: «Un áng<strong>el</strong> <strong>de</strong> gran b<strong>el</strong>leza, con su lanza <strong>de</strong> punta inflamada, me ha atravesado hasta <strong>el</strong><br />
corazón», ¡es innecesario llamar a Freud en nuestra ayuda para <strong>de</strong>scifrar<strong>lo</strong>!<br />
Reflexionando, es injusto dar por sentado que Alan Watts no es verda<strong>de</strong>ramente tántrico. Es<br />
r<strong>el</strong>ativamente cierto, porque excluye todo ritual tántrico, pero, tal cual, su enfoque es cósmico.<br />
Leamos este otro extracto <strong>de</strong> su misma obra: «Sin preten<strong>de</strong>r dar reglas para <strong>el</strong> más libre <strong>de</strong> todos <strong>lo</strong>s<br />
contactos humanos, vale más abordar<strong>lo</strong>s en un espíritu <strong>de</strong> no actuar.<br />
Cuando la pareja se ha acercado <strong>lo</strong> suficiente como para que <strong>lo</strong>s sexos se toquen, basta con<br />
permanecer tranqui<strong>lo</strong>, excluir toda prisa, a fin <strong>de</strong> que en <strong>el</strong> momento <strong>de</strong>seado la mujer absorba al<br />
hombre en <strong>el</strong>la sin ser activamente penetrada.<br />
»En este estadio, la simple espera aporta su más b<strong>el</strong>la recompensa. Cuando no se trata <strong>de</strong><br />
provocar <strong>el</strong> orgasmo por medio <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s movimientos d<strong>el</strong> cuerpo, <strong>lo</strong>s centros sexuales imbricados se<br />
convierten en un canal <strong>de</strong> intercambios psíquicos muy ricos. Ni <strong>el</strong> hombre ni la mujer hacen nada<br />
para producir las cosas, se abandonan a todo <strong>lo</strong> que <strong>el</strong> proceso trae por sí mismo. La i<strong>de</strong>ntificación<br />
con <strong>el</strong> otro se hace más intensa, pero todo suce<strong>de</strong> como si una nueva entidad emanara <strong>de</strong> la pareja,<br />
dotada <strong>de</strong> una vida propia. Esta vida —que uno podría llamar Tao— <strong>lo</strong>s <strong>el</strong>eva por encima <strong>de</strong> sí<br />
mismos y <strong>lo</strong>s lleva unidos en un flujo <strong>de</strong> vitalidad cósmica don<strong>de</strong> ya no funcionan <strong>el</strong> "tú" y <strong>el</strong> "y 0 "-<br />
El hombre, que no hace nada para retener su clímax, pue<strong>de</strong> conseguir este intercambio durante una<br />
hora o más. Mientras tanto, <strong>el</strong> orgasmo femenino pue<strong>de</strong> producirse varías veces en respuesta a una<br />
estimulación activa mínima, <strong>lo</strong> cual <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la receptividad <strong>de</strong> la mujer a la experiencia en tanto<br />
proceso que se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> <strong>el</strong>la. [...] Cuando la experiencia estalla en toda su amplitud, exp<strong>lo</strong>ta en un<br />
haz <strong>de</strong> chispas que llega hasta las estr<strong>el</strong>las».<br />
Aquí verda<strong>de</strong>ramente Alan Watts alcanza <strong>lo</strong> cósmico, y esta última frase no es una simple<br />
<strong>el</strong>evación lírica, una figura estilística. El tantra la toma en <strong>el</strong> sentido literal, pues no percibe<br />
ninguna frontera entre <strong>el</strong> psiquismo humano y <strong>el</strong> psiquismo cósmico que eng<strong>lo</strong>ba las estr<strong>el</strong>las. Alan<br />
Watts evoca también <strong>el</strong> hecho <strong>de</strong> que la pareja se convierte en una entidad nueva, distinta <strong>de</strong> cada<br />
uno <strong>de</strong> sus miembros (véase <strong>el</strong> capítu<strong>lo</strong> <strong>de</strong>dicado al overmind).<br />
Esta percepción <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s <strong>de</strong>más como otros tantos campos <strong>de</strong> fuerzas prodigiosos no está limitada a<br />
la r<strong>el</strong>ación sexual evocada en tanto r<strong>el</strong>ación privilegiada, sino que se extien<strong>de</strong> a todo contacto, por<br />
trivial que pueda parecer. Los otros seres vivos, humanos o animales, no son fantasmas, robots con<br />
una vaga conciencia, sino procesos arraigados en <strong>el</strong> infinito cuyas dimensiones superan su<br />
individualidad. El ser no está limitado al presente: se inserta en un proceso eterno. El tántrico es<br />
muy consciente <strong>de</strong> esta noción <strong>de</strong> proceso. En presencia <strong>de</strong> un ser humano, cualquiera que sea, <strong>el</strong><br />
tántrico percibe todas las dimensiones, especialmente su pasado vertiginoso. Así como cada primavera<br />
está inscrita y presente en <strong>el</strong> árbol, «yo» soy todo mi pasado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi nacimiento, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
concepción e incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes. El espermatozoi<strong>de</strong> —¡otra vez!— que me ha engendrado es la<br />
culminación <strong>de</strong> un proceso inconmensurable, <strong>lo</strong> hemos visto (aquí habría que leer o r<strong>el</strong>eer <strong>el</strong><br />
capítu<strong>lo</strong> <strong>de</strong>dicado al tiempo sagrado).<br />
La vida que me sostiene es frágil, móvil y sin embargo permanente, in<strong>de</strong>structible. No me canso<br />
<strong>de</strong> repetir que la Vida, <strong>de</strong> la que «yo» soy una expresión limitada pero integral, la Vida que me<br />
sostiene y me impregna, me ha sido transmitida por mi madre, que la recibió evi<strong>de</strong>ntemente <strong>de</strong> la<br />
suya, y así sucesivamente. Remontando <strong>el</strong> linaje ininterrumpido <strong>de</strong> las generaciones, llego hasta la