Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
mientras que <strong>el</strong> hombre que no ha aprendido se ahoga. Pero, con <strong>el</strong> aprendizaje, <strong>el</strong> hombre se<br />
convierte en un nadador incomparable respecto d<strong>el</strong> perro.<br />
Hecho capital, raramente evocado en este contexto, es que ser bípedos nos obliga a tener que,<br />
pero también a po<strong>de</strong>r apren<strong>de</strong>r casi todo. En este sentido, ¿quién sabe por qué nuestros lejanos<br />
ancestros se levantaron sobre sus patas traseras, haciendo <strong>de</strong> nosotros <strong>lo</strong>s únicos verda<strong>de</strong>ros<br />
bípedos? El hecho es que, liberadas <strong>de</strong> la <strong>lo</strong>comoción, nuestras patas d<strong>el</strong>anteras se convirtieron en<br />
manos.<br />
Esto permitió inventar la herramienta, luego <strong>el</strong> trabajo, y <strong>de</strong>spués... ¡las vacaciones! Por un lado<br />
<strong>el</strong> cerebro y la mano, su pro<strong>lo</strong>ngación, se perfeccionan mutuamente. Por otro lado, la verticalidad<br />
favorece <strong>el</strong> incremento d<strong>el</strong> volumen craneal, por tanto también <strong>el</strong> d<strong>el</strong> cerebro.<br />
Pero la posición erguida tiene consecuencias más cruciales todavía. Verticalizar <strong>el</strong> raquis exige<br />
reestructurar la p<strong>el</strong>vis y eso se paga: <strong>el</strong> pasaje se estrecha y la cabeza d<strong>el</strong> bebé, <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong>,<br />
justifica <strong>el</strong> «darás a luz con do<strong>lo</strong>r».<br />
Mientras que <strong>lo</strong>s animales nacen «maduros» —la pequeña cebra, por ejemp<strong>lo</strong>, trota apenas nace<br />
—, <strong>el</strong> pasaje estrecho nos hace venir al mundo como prematuros. ¿Handicap? Aparentemente, y al<br />
comienzo, por cierto que sí. Durante sus primeros meses, <strong>el</strong> chimpancé recién nacido es mucho más<br />
vivaz, precoz y astuto que un bebé humano, tan torpe incluso al año, a <strong>lo</strong>s dos. El niño apren<strong>de</strong> con<br />
dificultad a caminar; necesita varios años antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>splazarse con seguridad. Recién nacido,<br />
<strong>el</strong> instinto suministra casi todo al animal, y <strong>el</strong> aprendizaje, cuando existe, tiene un pap<strong>el</strong> limitado.<br />
Pero <strong>el</strong> niño, justamente porque nace prematuro, tiene un cuerpo y un cerebro <strong>de</strong> una plasticidad<br />
fantástica. Maleable, mod<strong>el</strong>able a voluntad, o casi, <strong>de</strong>be —¡y pue<strong>de</strong>!— apren<strong>de</strong>r<strong>lo</strong> todo, adquirir<strong>lo</strong><br />
todo. Iguala bien pronto en int<strong>el</strong>igencia al pequeño mono. Adulto, <strong>el</strong> mono es la copia idéntica <strong>de</strong><br />
sus ancestros <strong>de</strong> hace veinte mil años o más, pero un abismo separa al hombre mo<strong>de</strong>rno d<strong>el</strong> <strong>de</strong><br />
Nean<strong>de</strong>rthal, al menos en cuanto al saber y las aptitu<strong>de</strong>s. Es la plasticidad d<strong>el</strong> prematuro <strong>lo</strong> que permite<br />
la educación, la cultura y todas las civilizaciones que <strong>el</strong> ser humano ha conocido, conoce y<br />
conocerá. Sin <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> hombre no habría inventado <strong>el</strong> arte, no habría construido pirámi<strong>de</strong>s y<br />
catedrales. Así <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong>be adquirir casi todo a partir <strong>de</strong> cero, ¡salvo la sonrisa, salvo la risa! El<br />
bebé normal ríe a carcajadas: <strong>el</strong> gato, <strong>el</strong> ternero, incluso <strong>el</strong> orangután... ¿hacen <strong>lo</strong> mismo?<br />
De modo que, como todo <strong>el</strong> resto, es completamente normal educar nuestra sexualidad<br />
específica, tan distinta <strong>de</strong> la pulsión animal bruta. La intensidad sexual máxima permitida por la<br />
fisio<strong>lo</strong>gía es querida, puesto que está inscrita en nuestros genes, y legítima siempre que sea sin<br />
drogas y artificios contra natura. Diría incluso que no alcanzarla es una frustración inconsciente<br />
pero real;¡una «no realización» <strong>de</strong> sí mismo en un terreno capital!<br />
Somos concebidos por <strong>el</strong> eros<br />
El hecho <strong>de</strong> ser bípedos influye a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> otra forma en nuestra sexualidad. En <strong>el</strong> cuadrúpedo <strong>el</strong><br />
sexo está casi escondido: hay que mirar <strong>de</strong> cerca para distinguir un gato <strong>de</strong> una gata. Por <strong>el</strong><br />
contrario, <strong>de</strong> pie, <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong>snudo exhibe casi agresivamente su pene. La Venus <strong>de</strong> Mi<strong>lo</strong> muestra<br />
su sexo a pesar d<strong>el</strong> pru<strong>de</strong>nte drapeado que le oculta la parte baja d<strong>el</strong> cuerpo. En este sentido, la<br />
mujer tiene pechos cuya vocación erótica eclipsa su uso «nutritivo». ¿Una buena ubre <strong>de</strong> vaca<br />
excita al toro? En la mona, las tetas no tienen, en proporción, ni <strong>el</strong> volumen ni la curva <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s<br />
pechos.<br />
Por último, la posición <strong>de</strong> la p<strong>el</strong>vis favorece <strong>el</strong> amor frente a frente, prerrogativa humana y,<br />
parece ser, en ocasiones también d<strong>el</strong> gorila y d<strong>el</strong> orangután. El frente a frente, que permite<br />
intercambios mucho más personales e intensos que <strong>el</strong> coito posterior <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s cuadrúpedos, está<br />
inscrito en <strong>el</strong> cuerpo femenino: la vagina tiene exactamente <strong>el</strong> ángu<strong>lo</strong> requerido. El tantra <strong>lo</strong> evita al<br />
comienzo porque <strong>el</strong> reflejo eyaculatorio está <strong>de</strong>masiado asociado con la posición habitual. El<br />
<strong>de</strong>scondicionamiento se facilita adoptando otra posición. Pero no hay reticencia hacia <strong>el</strong>la. Por otra