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Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth

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¿Un poco <strong>de</strong> sangre neolítica? Yo creo que esa mezcla es más bien superficial. Los campesinos —<br />

nuestros abu<strong>el</strong>os o bisabu<strong>el</strong>os casi todos— se han mantenido estables hasta muy recientemente.<br />

Poco antes <strong>de</strong> la segunda guerra mundial todavía, es <strong>de</strong>cir ayer, se nacía, se vivía y se moría en la<br />

granja: no se abandonaba <strong>el</strong> terruño. Era raro casarse con una chica <strong>de</strong> otro pueb<strong>lo</strong>. En <strong>lo</strong>s bailes <strong>de</strong><br />

las fiestas populares, <strong>lo</strong>s muchachos d<strong>el</strong> lugar veían con ma<strong>lo</strong>s ojos a <strong>lo</strong>s jóvenes «<strong>de</strong> afuera» que<br />

estrechaban <strong>de</strong>masiado a «sus» chicas. Esto limitaba <strong>lo</strong>s encuentros, por tanto <strong>lo</strong>s cortejos, por tanto<br />

<strong>lo</strong>s matrimonios con <strong>lo</strong>s «extranjeros»... ¡d<strong>el</strong> pueb<strong>lo</strong> vecino! Con ayuda <strong>de</strong> la cerveza, era con<br />

frecuencia <strong>el</strong> pretexto para las p<strong>el</strong>eas... ¿Está tan lejos <strong>de</strong> esto <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> Cro-Magnon?<br />

Evocando entonces <strong>lo</strong>s fuegos que ardían en cada altozano o en la llanura, como <strong>lo</strong> mandaba la<br />

costumbre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos inmemoriales, <strong>el</strong> mismo autor aña<strong>de</strong>: «En <strong>lo</strong>s milenios futuros, <strong>lo</strong>s fuegos<br />

<strong>de</strong> San Juan conmemorarán todavía ese punto culminante <strong>de</strong> la actividad solar. Entonces, como en<br />

<strong>el</strong> pasado, <strong>lo</strong>s jóvenes y las muchachas danzarán toda la noche, saltando alre<strong>de</strong>dor d<strong>el</strong> fuego,<br />

corriendo y franqueando las llamas. Por la noche la multitud se <strong>de</strong>sata: brincos y saltos, danzas,<br />

cantos, encuentros fugitivos y apasionados en la sombra. Todo da lugar a la bacanal y a la licencia.<br />

Pero al mismo tiempo, todo sigue siendo tradicional y sagrado.<br />

»Las antiguas autorida<strong>de</strong>s eclesiásticas no <strong>de</strong>jaron antaño <strong>de</strong> promulgar <strong>de</strong>cretos prohibiendo <strong>lo</strong>s<br />

juramentos por <strong>el</strong> Sol y la Luna, las ofrendas a las piedras y a <strong>lo</strong>s árboles, <strong>lo</strong>s saltos y las danzas en<br />

torno al fuego. Es evi<strong>de</strong>nte que la Iglesia luchaba para <strong>de</strong>sarraigar creencias milenarias y tenaces<br />

que se perpetuaron mucho tiempo <strong>de</strong>spués d<strong>el</strong> reemplazo <strong>de</strong> una r<strong>el</strong>igión por otra».<br />

¿Han <strong>de</strong>saparecido por completo? ¿No corre la Iglesia <strong>el</strong> riesgo <strong>de</strong> un retorno al pasado?<br />

Cierro <strong>el</strong> paréntesis y prosigo. En la Edad d<strong>el</strong> Bronce, en las estepas nórdicas, <strong>lo</strong>s hombres rudos,<br />

resistentes y valerosos que habían seguido a <strong>lo</strong>s rebaños, se habían convertido en cazadores y<br />

guerreros, y <strong>de</strong>spués en criadores. Para conquistar nuestros pastos <strong>de</strong>scendieron, en oleadas<br />

sucesivas, hacia Europa, <strong>el</strong> Medio Oriente y la India, apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> las tierras, <strong>de</strong>struyendo las<br />

civilizaciones se<strong>de</strong>ntarias que <strong>el</strong><strong>lo</strong>s, por ser nómadas, <strong>de</strong>spreciaban, esclavizando a <strong>lo</strong>s pueb<strong>lo</strong>s que<br />

adoraban a la diosa <strong>de</strong> las llanuras fértiles e imponiendo sus va<strong>lo</strong>res patriarcales. Y ese sistema ha<br />

sobrevivido hasta hoy.<br />

Sin embargo, las «fairies» (hadas), las <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> las antiguas sacerdotisas, que criaban <strong>el</strong><br />

ganado en las colinas rocosas y vivían en chozas redondas, preservaron la Antigua R<strong>el</strong>igión. El<br />

pueb<strong>lo</strong> c<strong>el</strong>ebraba las gran<strong>de</strong>s festivida<strong>de</strong>s con procesiones, cantos y encantamientos, y encendían<br />

<strong>lo</strong>s fuegos rituales. Con frecuencia <strong>lo</strong>s invasores se les unían, y hubo casamientos mixtos.<br />

Luego vino <strong>el</strong> cristianismo, y al comienzo no cambió gran cosa. Los .campesinos veían en la<br />

historia <strong>de</strong> Cristo una variante <strong>de</strong> la antigua leyenda <strong>de</strong> la diosa-madre y su hijo divino. En <strong>lo</strong>s<br />

festivales <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s pueb<strong>lo</strong>s, <strong>lo</strong>s mismos sacerdotes dirigían a veces la danza d<strong>el</strong> Sabbat. Según Star<br />

Hawk, las «asambleas», que preservaban <strong>el</strong> conocimiento <strong>de</strong> las fuerzas sutiles, fueron llamadas<br />

wicca o wicce (raíz ang<strong>lo</strong>sajona que significa «plegado», «mod<strong>el</strong>ado»), <strong>de</strong> don<strong>de</strong> provienen witch.<br />

Esas asambleas sabían cómo «plegar» las fuerzas invisibles a su voluntad. Curadoras, maestras,<br />

poetisas, parteras, las mujeres que las formaban eran las figuras centrales <strong>de</strong> cada comunidad.<br />

Con <strong>el</strong> tiempo vinieron las persecuciones. Los sig<strong>lo</strong>s XII y XIII conocieron un renacimiento <strong>de</strong> la<br />

Antigua R<strong>el</strong>igión. Los poemas <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s trovadores, supuestamente <strong>de</strong>dicados a las nobles damas, eran<br />

en realidad himnos <strong>de</strong> amor a la Diosa. Se construyeron catedrales en honor <strong>de</strong> María, que había<br />

retomado muchos aspectos <strong>de</strong> la antigua diosa.<br />

De ese modo la Antigua R<strong>el</strong>igión se convirtió en una competencia temible para la nueva. La<br />

witch-craft, la hechicería, fue <strong>de</strong>clarada herética. En <strong>el</strong> sig<strong>lo</strong> siguiente las guerras, las cruzadas, las<br />

epi<strong>de</strong>mias y las revu<strong>el</strong>tas campesinas arrasaron toda Europa. La estabilidad <strong>de</strong> la Iglesia se<br />

tambaleaba mientras se <strong>de</strong>smoronaba <strong>el</strong> sistema feudal. La Iglesia ya no podía permitirse <strong>el</strong> lujo <strong>de</strong><br />

tolerar <strong>lo</strong>s cultos rivales sin reaccionar. En 1484 <strong>el</strong> papa Inocencio VIII lanzó la Inquisición contra<br />

la Antigua R<strong>el</strong>igión. La publicación en 1486 d<strong>el</strong> Maleus Maleficarum, <strong>el</strong> «Martil<strong>lo</strong> <strong>de</strong> las Brujas»,<br />

por <strong>lo</strong>s dominicanos Kramer y Sprenger, puso las bases <strong>de</strong> un reino d<strong>el</strong> terror, sobre todo dirigido

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