Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
preserva <strong>el</strong> universo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la más ínfima partícula subatómica a la más gigantesca <strong>de</strong> las<br />
innumerables galaxias;<br />
•mi cuerpo guarda, en sus profundida<strong>de</strong>s ocultas, potencialida<strong>de</strong>s insospechadas, energías<br />
extraordinarias, que en su mayoría quedan sin cultivar en <strong>el</strong> hombre común, pero que la práctica<br />
tántrica <strong>de</strong>spierta y <strong>de</strong>sarrolla.<br />
Objeción: ¿Desconocido, ese cuerpo que siento vivir y palpitar, d<strong>el</strong> que sé si tiene hambre o sed,<br />
si sufre o goza? ¿Cómo pue<strong>de</strong> preten<strong>de</strong>r <strong>el</strong> tantra que no <strong>lo</strong> conozco?<br />
Respuesta: <strong>el</strong> cuerpo vivido, percibido, es una simple representación mental que no tiene mucho<br />
que ver con la grandiosidad d<strong>el</strong> cuerpo real.<br />
Razonemos. Me quito mi r<strong>el</strong>oj <strong>de</strong> pulsera y <strong>lo</strong> pongo sobre la mesa. Sin dudar<strong>lo</strong>, estoy en<br />
presencia <strong>de</strong> dos r<strong>el</strong>ojes: <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj-objeto (exterior) y <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj-imagen (interior) que observo en mi<br />
mente. El r<strong>el</strong>oj-objeto, <strong>el</strong> <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s físicos, <strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro, se compone <strong>de</strong> átomos que se resu<strong>el</strong>ven en<br />
ínfimos granos <strong>de</strong> energía. Des<strong>de</strong> Einstein se sabe que la materia, que nos parece tan tangible y<br />
concreta, es energía, pero sobre todo vacío, pues, como escribí anteriormente, suprimiendo <strong>el</strong> espacio<br />
que hay entre las partículas atómicas, nuestro planeta cabría, parece ser, en un <strong>de</strong>dal,<br />
manteniendo la misma masa. Mi r<strong>el</strong>oj-objeto real, por <strong>lo</strong> tanto es vacío, un campo <strong>de</strong> fuerzas<br />
turbulentas que mi int<strong>el</strong>ecto renuncia a representarse. Aun sabiendo todo eso experimentalmente, <strong>el</strong><br />
físico nuclear no es un privilegiado: só<strong>lo</strong> «ve», igual que yo, su r<strong>el</strong>oj-imagen interior, tranquilizador,<br />
compacto, que só<strong>lo</strong> existe en su cerebro, o mejor dicho en su mente, según <strong>el</strong> pensamiento indio. El<br />
r<strong>el</strong>oj-imagen oculta tras un v<strong>el</strong>o <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj-objeto, y ese v<strong>el</strong>o es la maya d<strong>el</strong> vedanta.<br />
Y llego a un punto crucial concerniente a mi cuerpo, ¡pues yo también tengo dos cuerpos! Un<br />
cuerpo-objeto (<strong>de</strong>sconocido) y un cuerpo-imagen (vivido) y <strong>lo</strong>s confundo a <strong>lo</strong>s dos. O más bien,<br />
ignoro completamente <strong>el</strong> primero. Es menos difícil captar esta sutileza —perdón, esta verdad<br />
fundamental— observando a otra persona. Entonces, lector, obsérveme a mí contemplando mi r<strong>el</strong>oj<br />
<strong>de</strong> pulsera, que he <strong>de</strong>jado sobre la mesa. ¿Cómo se opera la percepción? Es simple, al menos en<br />
apariencia: la luz rebota sobre <strong>el</strong> objeto y golpea en mi retina, que envía <strong>el</strong> mensaje, bajo la forma<br />
<strong>de</strong> impulsos <strong>el</strong>éctricos, a través d<strong>el</strong> nervio óptico, hasta la corteza cerebral. Así surge <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ojimagen<br />
que yo miro, en alguna parte <strong>de</strong> mi cabeza, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi mente. Pasmosa comprobación: toda<br />
mi vida contemp<strong>lo</strong> las imágenes d<strong>el</strong> mundo exterior en mi mente creyendo que veo <strong>el</strong> mundo<br />
exterior; es sorpren<strong>de</strong>nte y sin embargo cierto. Se objetará que esto no constituye diferencia alguna<br />
porque creemos que uno es <strong>el</strong> reflejo exacto d<strong>el</strong> otro, así como la imagen d<strong>el</strong> paisaje reflejado en <strong>el</strong><br />
espejo es idéntica al paisaje real. Y se supone que <strong>lo</strong> mismo suce<strong>de</strong> con las imágenes d<strong>el</strong> mundo<br />
exterior que surgen en mi mente. Es un tremendo error. En efecto, estas imágenes se correspon<strong>de</strong>n<br />
tan poco —o tanto— con la realidad exterior como <strong>el</strong> plano <strong>de</strong> una ciudad con la ciudad misma y<br />
sus habitantes: es un simple esquema utilitario.<br />
¡Ahora hay que prestar atención! Doy un paso más y me co<strong>lo</strong>co <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj en la muñeca. ¿Qué<br />
suce<strong>de</strong>? Nada ha cambiado: sigue siendo una imagen en mi mente. Pero, ¿y la muñeca? Aquí<br />
también he <strong>de</strong> hacer una distinción entre mi muñeca-objeto, material, compuesta <strong>de</strong> energía y <strong>de</strong><br />
vacío, y mi muñeca-imagen, la que está en mi mente. En este estadio d<strong>el</strong> razonamiento, muchas<br />
personas se inquietan, y las comprendo, pues yo he necesitado meses para po<strong>de</strong>r distinguir<br />
verda<strong>de</strong>ramente <strong>lo</strong>s objetos exteriores <strong>de</strong> su imagen interior, para compren<strong>de</strong>r que se trata <strong>de</strong> dos<br />
fenómenos totalmente distintos aunque imbricados.<br />
¡Y aquí resi<strong>de</strong> la dificultad! De acuerdo, pensamos, <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj-objeto real, exterior, es una cosa, <strong>el</strong><br />
r<strong>el</strong>oj-imagen interior es otra, y en realidad, la única que «conozco». Para la vida práctica me basta:<br />
no hay necesidad <strong>de</strong> sutiles distinciones entre r<strong>el</strong>oj-objeto y r<strong>el</strong>oj-imagen, puesto que eso no me<br />
impi<strong>de</strong> mirar la hora. En cuanto a mi cuerpo, es diferente: <strong>lo</strong> siento, por tanto soy «yo», ¿no? Eso es<br />
<strong>lo</strong> que se piensa habitualmente, pues es normal y natural extraer, en cierto modo, <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong><br />
mundo exterior: por una parte, están mi mente y mi «yo» asociados al cuerpo, y por otra, «afuera»,<br />
todo <strong>el</strong> resto, la multitud <strong>de</strong> seres y <strong>de</strong> cosas. En <strong>el</strong> pensamiento, artificialmente, aís<strong>lo</strong> así mi cuerpo