Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
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Las diosas tántricas<br />
Es <strong>el</strong> caso <strong>de</strong> las diosas tántricas, que son, en su mayor parte, esposas <strong>de</strong> Shiva, esposas <strong>de</strong> las<br />
que extrae su energía y, al contrario <strong>de</strong> las esposas insustanciales d<strong>el</strong> panteón védico, son al menos<br />
iguales a Shiva y con frecuencia superiores a él. Sus leyendas comportan un fondo mitológico y<br />
simbólico importante, por <strong>lo</strong> <strong>de</strong>más igual que nuestros cuentos <strong>de</strong> hadas. Así, en <strong>el</strong> paraíso<br />
himalayo, Shiva y su esposa Parvati pasan su tiempo haciendo <strong>el</strong> amor o discutiendo sobre fi<strong>lo</strong>sofía.<br />
Cuando Shiva enseña a su esposa, la escritura es una agama. Cuando es a la inversa, la escritura es<br />
una nigama. Otra esposa favorita <strong>de</strong> Shiva es la fi<strong>el</strong> Sati, <strong>de</strong> la que ya hemos hablado.<br />
Pero hay dos diosas que son más específicamente tántricas y simbólicas: Kálí y Durga, que, a fin<br />
<strong>de</strong> cuentas, forman una sola y única diosa. Las dos nos afectan por su simbolismo y nos conducen al<br />
espacio alpino-mediterráneo ampliado, que es <strong>el</strong> <strong>de</strong> nuestros ancestros. En este sentido, W. C. Beane<br />
(Mytb, Cult and Symbols in Shakta Hinduism, p. 67) queda asombrado por «las semejanzas<br />
simbólico-r<strong>el</strong>igiosas entre la aparentemente más antigua civilización india y las d<strong>el</strong> neolítico medio<br />
y tardío <strong>de</strong> la zona mediterránea, así como d<strong>el</strong> Asia central y oriental, semejanzas que han llevado a<br />
<strong>lo</strong>s eruditos indios y occi<strong>de</strong>ntales a <strong>de</strong>ducir una difusión hacia <strong>el</strong> exterior <strong>de</strong> la India, hacia <strong>el</strong> Oeste,<br />
o un <strong>de</strong>sarrol<strong>lo</strong> r<strong>el</strong>igioso en dirección al Este», por tanto hacia la India.<br />
Entre <strong>el</strong><strong>lo</strong>s, Laksmanshastri Joshi ha quedado muy impresionado: «En las primeras civilizaciones<br />
<strong>de</strong> Egipto, <strong>de</strong> Creta y <strong>de</strong> Mesopotamia, encontramos a <strong>lo</strong>s dioses Shiva y Vishnu, a la diosa Kālī, la<br />
adoración <strong>de</strong> reptiles (la Cobra) y <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s órganos genitales, <strong>de</strong> la Luna y <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s ancestros. Así, la<br />
India ha heredado tanto <strong>el</strong>ementos provenientes <strong>de</strong> las civilizaciones nacidas al bor<strong>de</strong> d<strong>el</strong> Ni<strong>lo</strong>, d<strong>el</strong><br />
Tigris y d<strong>el</strong> Eufrates, como d<strong>el</strong> Indo».<br />
Lo que prece<strong>de</strong> apoya la tesis según la cual <strong>lo</strong>s drávidas eran alpino-mediterráneos que se<br />
propagaron hacia la India, don<strong>de</strong> transplantaron sus mitos y símbo<strong>lo</strong>s, <strong>lo</strong>s mismos que se<br />
encuentran en <strong>el</strong> tantra y que <strong>de</strong>spiertan un eco en nuestra memoria colectiva. Sea como fuere, es<br />
accesorio que esta propagación se haya hecho hacia <strong>el</strong> Este (es mi opinión) o a la inversa; <strong>lo</strong><br />
esencial es esta r<strong>el</strong>ación continua entre la India y nuestra Europa primitiva. Por <strong>el</strong> contrario, es<br />
cierto que estas diosas y estos símbo<strong>lo</strong>s tántricos no provienen <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s arios barbudos y bárbaros. En<br />
su forma específicamente dravídica y tántrica, admito al menos la hipótesis <strong>de</strong> una creación mixta,<br />
es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s drávidas y <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s autóctonos predravídicos.<br />
Kālī, Kāla, Kalki...<br />
El lector convendrá en que no abuso <strong>de</strong> sutilezas etimológicas, pero a propósito d<strong>el</strong> nombre <strong>de</strong><br />
Kālī, la ambigüedad etimológica es ya todo un símbo<strong>lo</strong>. En efecto, a partir <strong>de</strong> la raíz dravídica Kāl,<br />
negro, Kālī se convierte en la diosa negra, la horrible <strong>de</strong>structora que siembra <strong>el</strong> espanto, y Kāla en<br />
<strong>el</strong> dios negro, a veces i<strong>de</strong>ntificado con Shiva. Por su lado, <strong>lo</strong>s arios tomaron en préstamo estas raíces<br />
(kāl, kal, khal) a las lenguas dravídicas, y luego asociaron negro y <strong>de</strong>strucción para formar <strong>el</strong><br />
Tiempo, Kāla, <strong>el</strong> gran Destructor (masculino). Sin embargo ni éste ni Kālī-la-Negra tienen un<br />
origen védico: <strong>el</strong> Rig-Veda <strong>lo</strong>s ignora.<br />
Diosa negra, Kālī se inscribe en <strong>el</strong> simbolismo lunar. Kāl es <strong>el</strong> nombre dravídico <strong>de</strong> la «Luna<br />
negra», su último cuarto, su fase <strong>de</strong> no manifestación. Es también la Diosa-en-la-Luna, y en su<br />
iconografía, como diosa <strong>de</strong> la totalidad cósmica, se encuentra <strong>el</strong> dieciséis, <strong>el</strong> número sagrado <strong>de</strong> las<br />
dieciséis fases <strong>de</strong> la Luna, representadas por dieciséis brazos, mientras que adorna su frente con una<br />
media Luna. Se sitúa así en <strong>el</strong> tiempo cíclico.<br />
Por otra parte, en tanto Adyakālī, es informe, por tanto inconcebible para la mente humana. Es la<br />
no manifestación, <strong>el</strong> no tiempo, sin comienzo ni fin, sin atributos. Convertida en Kālī, genera <strong>el</strong><br />
Tiempo manifiesto, en <strong>el</strong> que vivimos, que produce <strong>el</strong> universo, d<strong>el</strong> cual es la cuarta dimensión.<br />
Pero como Cronos, que <strong>de</strong>vora a sus hijos, al «final <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s tiempos» <strong>el</strong>la reabsorbe todo <strong>lo</strong> que ha<br />
engrendrado.<br />
En cuanto a su simbolismo es también ambigua, como su etimo<strong>lo</strong>gía. En primer lugar, es normal