Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tenemos i<strong>de</strong>a, ha sido perseguida, alcanzada en su cuerpo físico y en su cuerpo mental y enviada a<br />
la nada.<br />
»Las entrañas <strong>de</strong> la Tierra están llenas <strong>de</strong> bosques hundidos, <strong>de</strong> restos <strong>de</strong> especies <strong>de</strong> animales<br />
<strong>de</strong>saparecidas, <strong>de</strong> cenizas <strong>de</strong> razas humanas y sobrehumanas cuya historia, si nos fuera rev<strong>el</strong>ada,<br />
<strong>de</strong>safiaría a la más <strong>lo</strong>ca imaginación. Nuestra verda<strong>de</strong>ra hembra también está mezclada en <strong>el</strong> humus<br />
<strong>de</strong> <strong>lo</strong>s abismos subterráneos. ¿Por qué? ¡Ah, señores, reflexionen! Es <strong>el</strong>la la que ha pagado <strong>lo</strong>s<br />
gastos <strong>de</strong> la inmensa, la implacable lucha contra las r<strong>el</strong>igiones primitivas <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte. Esa lucha es<br />
toda la historia d<strong>el</strong> mundo llamado civilizado. ¿Creen uste<strong>de</strong>s que allí don<strong>de</strong> las legiones romanas<br />
no aclimataron jamás su r<strong>el</strong>igión, en la Galia, por ejemp<strong>lo</strong>, o en Gran Bretaña, <strong>lo</strong>s soldados <strong>de</strong><br />
Cristo encontraron una tierra virgen <strong>de</strong> pensamiento y <strong>de</strong> dioses? En mil lugares <strong>de</strong> nuestra Europa,<br />
en las landas, en las llanuras con menhires, en <strong>el</strong> fondo <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s matorrales y en las riberas don<strong>de</strong><br />
cantaba Pan, subsistía la r<strong>el</strong>igión indígena proveniente <strong>de</strong> la noche <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s, la verda<strong>de</strong>ra<br />
r<strong>el</strong>igión d<strong>el</strong> hombre occi<strong>de</strong>ntal. Señores, consi<strong>de</strong>ro seguro que Europa vivió durante milenios un<br />
<strong>el</strong>evado pensamiento místico, él mismo proveniente <strong>de</strong> otras épocas, consagrado al Dios Cornudo y<br />
a la exaltación d<strong>el</strong> principio femenino. Consi<strong>de</strong>ro evi<strong>de</strong>nte que esa espiritualidad original fue<br />
barrida con violencia, a sangre y fuego, por una r<strong>el</strong>igión extranjera venida <strong>de</strong> Oriente: <strong>el</strong><br />
cristianismo. El Dios Cornudo, protector <strong>de</strong> la antigua humanidad d<strong>el</strong> Oeste, fue llamado Diab<strong>lo</strong> y<br />
mal<strong>de</strong>cido.<br />
»Los ído<strong>lo</strong>s inmemoriables fueron <strong>de</strong>rribados y con <strong>el</strong><strong>lo</strong>s hubo que <strong>de</strong>struir también su sostén: la<br />
mujer madre, la mujer diosa, la mujer hembra, la verda<strong>de</strong>ra mujer.<br />
»Las almas virtuosas <strong>de</strong> hoy <strong>de</strong>nuncian <strong>lo</strong>s excesos d<strong>el</strong> co<strong>lo</strong>nialismo reciente: <strong>lo</strong>s indios<br />
<strong>el</strong>iminados, <strong>lo</strong>s magos <strong>de</strong> África extinguidos, las civilizaciones negras martirizadas. ¿Y quién habla<br />
<strong>de</strong> nuestros antiguos totems que fueron <strong>de</strong>rribados, <strong>de</strong> nuestro Dios que fue envilecido y<br />
perseguido, <strong>de</strong> nuestras sacerdotisas que fueron exterminadas, <strong>de</strong> nuestra mujer que nos fue<br />
sustraída? La vieja Europa también ha sido co<strong>lo</strong>nizada y <strong>de</strong>sfigurada. Sí, señores, me atrevo a <strong>de</strong>cir<strong>lo</strong>.<br />
Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> punto <strong>de</strong> vista puramente antropológico en <strong>el</strong> que me sitúo, la historia <strong>de</strong> la Iglesia<br />
cristiana es la historia <strong>de</strong> una guerra hecha por <strong>el</strong> extranjero contra un culto indígena muy antiguo,<br />
muy po<strong>de</strong>roso, muy profundamente arraigado, y <strong>de</strong> un crimen contra la raza humana femenina en su<br />
totalidad. Nosotros hemos perdido nuestra mitad, señores. Nos la han matado. Lo <strong>de</strong>mostraré.<br />
»No acuso. Ese crimen fabu<strong>lo</strong>so era tal vez necesario. Y tal vez era fatal. La civilización no sería<br />
<strong>lo</strong> que es si la verda<strong>de</strong>ra mujer existiera todavía. Seguiríamos creyendo en <strong>el</strong> Paraíso sobre la tierra.<br />
El espíritu humano no hubiera tomado nuevos caminos. No estaríamos hoy a punto <strong>de</strong> alcanzar las<br />
galaxias lejanas, no hubiéramos abierto anchas puertas en <strong>el</strong> universo, por las cuales penetra ya la<br />
llamada d<strong>el</strong> Dios último en <strong>el</strong> que se fundirán todos nuestros dioses, en quien <strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong> mundo<br />
se reabsorberá un día, habiendo cumplido su misión. Pero veamos ese crimen. Exterminación física<br />
en las hogueras: evocaré <strong>lo</strong>s centenares <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ras mujeres, llamadas hechiceras y<br />
quemadas como tales, y <strong>lo</strong>s mil<strong>lo</strong>nes <strong>de</strong> otras mujeres vencidas y cambiadas por <strong>el</strong> temor. Los<br />
remito a Mich<strong>el</strong>et visionario <strong>de</strong> La Sorcière, libro admirable e incomprendido. Exterminio por la<br />
propaganda, arma más segura que todas las <strong>de</strong>más, <strong>lo</strong> sabemos ahora, y más eficaz entonces que <strong>el</strong><br />
potro, <strong>lo</strong>s cepos y la camisa azufrada. Guerra revolucionaria <strong>de</strong> la Caballería contra la mujer<br />
verda<strong>de</strong>ra en provecho <strong>de</strong> un nuevo ído<strong>lo</strong>. Y por último, en un plano más amplio, más misterioso y<br />
sin embargo concomitante, mutación <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la especie. De modo que, poco a poco, un ser<br />
diferente ha sustituido al ser femenino auténtico.<br />
»Señores, <strong>el</strong> ser que nosotros llamamos mujer no es la mujer. Es una <strong>de</strong>generación, una copia. La<br />
esencia ya no está, <strong>el</strong> principio ya no está, nuestro gozo y nuestra salvación ya no están.<br />
»[...] Llamamos mujeres a seres que só<strong>lo</strong> tienen la apariencia <strong>de</strong> mujeres, tomamos en nuestros<br />
brazos imitaciones <strong>de</strong> una especie total o casi totalmente <strong>de</strong>struida.<br />
»La mujer es rara, dice Giraudoux. La mayoría <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s hombres se casan con una mediocre<br />
falsificación <strong>de</strong> hombre, un poco más marrullera, un poco más flexible, se casan consigo mismos.