Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
cuerpo-imagen? Retrocedamos un poco: admito, en rigor, que no «conozco» <strong>de</strong> mi cuerpo más que<br />
su imagen en mi mente; pero, ¿no hay una última correspon<strong>de</strong>ncia entre <strong>el</strong> cuerpo-imagen y <strong>el</strong><br />
cuerpo-objeto? Cuando levanto mi brazo «mental», ¿mi brazo «real» no hace <strong>lo</strong> mismo? ¿Qué<br />
interés tiene distinguir<strong>lo</strong>s?<br />
Este interés es enorme. Evi<strong>de</strong>ntemente <strong>el</strong> movimiento imaginado, vivido, y <strong>el</strong> movimiento real<br />
d<strong>el</strong> cuerpo concuerdan. Sé también que un acto tan simple como levantar un objeto implica una<br />
coordinación neuromuscular muy compleja, pero puesto que «la cosa funciona», ¿para qué<br />
romperse la cabeza con <strong>el</strong> tema?<br />
Para compren<strong>de</strong>r mejor esta utilidad, retomo mi razonamiento y vu<strong>el</strong>vo a partir d<strong>el</strong> mundo<br />
exterior mirando a mi alre<strong>de</strong>dor. En la habitación don<strong>de</strong> escribo este texto, <strong>lo</strong>s diversos objetos —<br />
escritorio, silla, t<strong>el</strong>éfono, libros, carpetas, etc.— son para mí otras tantas entida<strong>de</strong>s distintas,<br />
estáticas, pero sobre todo las sitúo «fuera» <strong>de</strong> mí. En realidad, «yo» veo en alguna parte <strong>de</strong> mi<br />
cerebro, o más bien en mi mente, la imagen <strong>de</strong> esta habitación y <strong>de</strong> su contenido y proyecto ahí,<br />
a<strong>de</strong>más, la imagen <strong>de</strong> mi cuerpo.<br />
Pero afuera, verda<strong>de</strong>ramente «afuera», ¿qué hay? Veamos en primer lugar <strong>lo</strong> que no hay. Afuera,<br />
no hay ni luz, ni co<strong>lo</strong>res, ni sonidos, ni o<strong>lo</strong>res, ni ca<strong>lo</strong>r, ni frío. No es fácil <strong>de</strong> admitir, <strong>de</strong> acuerdo, y<br />
en este punto d<strong>el</strong> razonamiento se objeta con frecuencia que «puesto que todo <strong>el</strong> mundo ve <strong>lo</strong><br />
mismo, por tanto se trata d<strong>el</strong> mundo exterior concreto». ¿Seguro? Ciertamente es muy probable que<br />
todos <strong>lo</strong>s seres humanos creen en su mente, a partir <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s mismos objetos exteriores, imágenes<br />
bastante semejantes. Pero, ¿en qué se convierte ese mismo universo exterior, visto «a través» <strong>de</strong> un<br />
organismo dotado <strong>de</strong> órganos <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s sentidos diferentes, por ejemp<strong>lo</strong> a través <strong>de</strong> un perro, un gato o<br />
una abeja? ¿En qué se convierte esta taza en la mente <strong>de</strong> una abeja, cuyos ojos, <strong>de</strong> cientos <strong>de</strong><br />
facetas, perciben <strong>el</strong> ultravioleta? Nadie <strong>lo</strong> sabrá jamás, a menos que se convierta en abeja. Por<br />
supuesto, fuera, hay muchos fotones, granos <strong>de</strong> luz guiados por ondas, pero la claridad, <strong>lo</strong>s co<strong>lo</strong>res,<br />
son fenómenos interiores, mentales. Afuera, <strong>el</strong> aire vibra, pero <strong>lo</strong>s sonidos só<strong>lo</strong> nacen y existen en la<br />
mente. Afuera hay sustancias odoríferas, pero <strong>el</strong> perfume es mental. A esto su<strong>el</strong>e replicarse: «Sin<br />
embargo, cada uno hu<strong>el</strong>e <strong>el</strong> mismo aroma <strong>de</strong> la sopa que bulle en la marmita y a cada uno se le hace<br />
la boca agua. ¿Cómo creer entonces que só<strong>lo</strong> existe en la mente?»<br />
Lo he comprendido particularmente observando, en la India, <strong>lo</strong>s buitres <strong>de</strong> cu<strong>el</strong><strong>lo</strong> <strong>de</strong>scarnado<br />
<strong>de</strong>smenuzando una carroña con su pico ganchudo. Para nosotros eso es un asco. ¿Pero pasa <strong>lo</strong><br />
mismo en la mente d<strong>el</strong> buitre? Ciertamente no. Para él, la carroña emite un aroma d<strong>el</strong>icioso y <strong>de</strong>be<br />
asombrarse <strong>de</strong> esos extraños bípedos que se apartan <strong>de</strong> <strong>el</strong>la con horror en lugar <strong>de</strong> d<strong>el</strong>eitarse. Por<br />
tanto, las mismas moléculas exteriores, bien reales, se convierten en mal o<strong>lo</strong>r en la mente humana, y<br />
en d<strong>el</strong>icioso aroma en las aves carroñeras. ¡Lo mismo pasa con <strong>el</strong> gusto! Al tragarse un bocado <strong>de</strong><br />
carroña, sin duda <strong>el</strong> buitre consi<strong>de</strong>ra, como nosotros <strong>de</strong> un queso, que está en su punto. El mismo<br />
razonamiento vale para todos <strong>lo</strong>s otros sentidos.<br />
Un extraño universo viviente<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>el</strong> mundo exterior, aunque bien real, está <strong>de</strong>sprovisto <strong>de</strong> co<strong>lo</strong>res, es silencioso y no<br />
tiene aromas al principio <strong>de</strong>sconcierta, es verdad. Resulta extraño pensar que, afuera, no reina ni<br />
siquiera la oscuridad sino la ausencia <strong>de</strong> luz, eso es todo. A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se compren<strong>de</strong><br />
realmente que <strong>el</strong> menor objeto real exterior es <strong>de</strong> una formidable complejidad, que es un potente<br />
campo <strong>de</strong> fuerzas (liberada, la energía atómica incluida en un grano <strong>de</strong> arena equivaldría a la<br />
exp<strong>lo</strong>sión <strong>de</strong> una carga <strong>de</strong> plástico), <strong>de</strong> golpe la visión d<strong>el</strong> mundo y la r<strong>el</strong>ación con él se tambalean,<br />
lis fronteras entre <strong>lo</strong>s seres y <strong>lo</strong>s objetos se disu<strong>el</strong>ven, se convierten en nubes <strong>de</strong> energía, campos <strong>de</strong><br />
fuerza. Advierto entonces que este libro, lejos <strong>de</strong> ser un objeto inerte, es en realidad un proceso<br />
dinámico en r<strong>el</strong>ación permanente con <strong>el</strong> entorno, con <strong>el</strong> cosmos. Esta visión es crucial. Todo objeto<br />
material es dinámico, todo evoluciona, todo está r<strong>el</strong>acionado con todo, todo influye en todo.<br />
¡Qué <strong>de</strong>cir entonces <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s seres vivos! Mi cuerpo también, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una aparente inmutabilidad