Tantra-el-Culto-de-lo-Femenino-Andre-Van-Lysebeth
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Una gran riqueza evocadora<br />
Como <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento central es la inmensidad oceánica, en alguna parte, algo en mí, distinto <strong>de</strong> mi<br />
int<strong>el</strong>igencia, sabe que la vida ha nacido en <strong>el</strong> océano, que la mar es mi madre, ¡la Madre <strong>de</strong> todos!<br />
Si trazara la genea<strong>lo</strong>gía <strong>de</strong> las madres, remontaría toda la evolución humana y prehumana hasta<br />
llegar a fin <strong>de</strong> cuentas a <strong>lo</strong>s primeros organismos unic<strong>el</strong>ulares en <strong>el</strong> océano original... Entre las<br />
escasas certezas indiscutibles existe <strong>el</strong> hecho <strong>de</strong> que, sin ninguna interrupción, la vida que palpita<br />
aquí y ahora en mis células es transmitida sin hiato <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su primera manifestación terrestre. Llevo<br />
en mí esta vida eterna y <strong>el</strong>la me lleva. En <strong>el</strong> límite, ¿no soy yo mismo esta vida universal y eterna?<br />
A<strong>de</strong>más, mamífero terrestre, tengo la ilusión <strong>de</strong> que <strong>el</strong> aire es mi <strong>el</strong>emento vital porque inmerso<br />
en <strong>el</strong> agua, privado <strong>de</strong> aire, me ahogaría. Cuando <strong>el</strong> comandante Cousteau dice que «somos agua <strong>de</strong><br />
mar organizada», es literalmente verdad: mi medio vital, don<strong>de</strong> viven mis centenas <strong>de</strong> miles <strong>de</strong><br />
mil<strong>lo</strong>nes <strong>de</strong> células —<strong>el</strong>las mismas formadas por un 95% <strong>de</strong> agua—, es <strong>el</strong> agua <strong>de</strong> mar con la<br />
concentración salina <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s mares tropicales don<strong>de</strong> nació la vida. Soy un acuario ambulante y ¡mis<br />
células <strong>lo</strong> saben! (señalemos nuevamente que <strong>el</strong> tántrico medita o contempla tanto con todo su<br />
cuerpo como con su cerebro).<br />
Y <strong>lo</strong> que es más, he vivido mis nueve primeros meses sumergido en <strong>el</strong> líquido amniótico, en la<br />
cálida noche uterina. En <strong>el</strong> útero, mamá respiraba por mí y <strong>el</strong> ritmo <strong>de</strong> su respiración reemplazaba <strong>el</strong><br />
<strong>de</strong> las olas d<strong>el</strong> mar que contemp<strong>lo</strong>. La armonía con la Madre se establece, en la contemplación<br />
propuesta, uniendo en una misma imagen tres <strong>el</strong>ementos esenciales: <strong>el</strong> agua tibia d<strong>el</strong> océano, la<br />
respiración que acompaña las olas y la posición fetal. Incluso si mi yo consciente <strong>lo</strong> ignora, mi<br />
inconsciente no se engaña y, poco a poco, <strong>el</strong> ambiente <strong>de</strong> esa época crucial <strong>de</strong> mi vida se recrea, allí,<br />
en <strong>el</strong> útero materno don<strong>de</strong> yo existía sin ego, sin nombre, sin nacionalidad, sin posesiones, pero rico<br />
con todas mis virtualida<strong>de</strong>s y plenamente consciente. Ciudadano d<strong>el</strong> mundo, sin pertenecer todavía<br />
al sig<strong>lo</strong> XX, no tenía edad, y mi madre era todavía la Madre...<br />
A la luz <strong>de</strong> la Luna<br />
Por <strong>lo</strong> que conozco, pocas personas y especialmente pocos científicos se han hecho la pregunta:<br />
«¿Qué hubiera pasado con la Tierra y la vida terrestre sin la Luna?», y esto sin duda porque tienen<br />
mejores cosas que hacer que respon<strong>de</strong>r a una pregunta tan fútil como inútil. Y también porque, para<br />
nosotros, la Luna «es evi<strong>de</strong>nte». Ahora bien, es un puro capricho astronómico que tengamos un<br />
satélite semejante. Hubiéramos podido también tener varios... o no tener ninguno, <strong>lo</strong> que hubiera<br />
sido una pena para nuestras canciones románticas a la luz <strong>de</strong> la Luna y para <strong>el</strong> amigo Pierrot. 2<br />
Pero, hagamos <strong>de</strong> todos modos esta pregunta y recor<strong>de</strong>mos en primer lugar que, para <strong>el</strong> tantra, <strong>el</strong><br />
<strong>el</strong>emento «agua», que eng<strong>lo</strong>ba todos <strong>lo</strong>s líquidos, capta también todos <strong>lo</strong>s ritmos cósmicos. Así,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace miles <strong>de</strong> mil<strong>lo</strong>nes <strong>de</strong> años, la Luna rige y marca <strong>el</strong> ritmo, <strong>lo</strong>s flujos y reflujos, <strong>de</strong> las<br />
enormes masas <strong>de</strong> agua d<strong>el</strong> océano, esculpiendo poco a poco las orillas marinas, pero sobre todo<br />
acunando la vida, <strong>lo</strong> cual no ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> influir sobre todos nuestros ritmos vitales. Seguramente<br />
que <strong>el</strong> Sol también actúa, pero se pasea a 8 minutos <strong>de</strong> luz, mientras que la Luna só<strong>lo</strong> está a un<br />
segundo <strong>de</strong> luz, es <strong>de</strong>cir, 480 veces menos lejos. Así, a pesar <strong>de</strong> la enormidad <strong>de</strong> la masa solar, su<br />
acción gravitacional llega apenas a la tercera parte <strong>de</strong> la <strong>de</strong> la minúscula Luna.<br />
Pues bien, la materia viva, impregnada <strong>de</strong> agua, es muy sensible a <strong>lo</strong>s ritmos cósmicos: ¡hay<br />
diminutas mareas en mi sangre e incluso en mis células! Por ejemp<strong>lo</strong>, las ostras abren sus valvas en<br />
momentos bien precisos, en correspon<strong>de</strong>ncia con la acción <strong>de</strong> la Luna, por tanto <strong>de</strong> las mareas. En<br />
<strong>lo</strong>s Estados Unidos, <strong>el</strong> horario <strong>de</strong> «apertura» <strong>de</strong> las ostras <strong>de</strong> la costa Atlántica difiere d<strong>el</strong> <strong>de</strong> sus<br />
hermanas d<strong>el</strong> Pacífico. A títu<strong>lo</strong> experimental, bió<strong>lo</strong>gos norteamericanos co<strong>lo</strong>caron ostras <strong>de</strong> la costa<br />
este en una cuba llena <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> mar, a medio camino entre <strong>lo</strong>s dos océanos. Para <strong>el</strong>iminar la<br />
influencia <strong>de</strong> la luz, la cuba estaba en una cueva y en la oscuridad más absoluta. Imperturbables,<br />
todos <strong>lo</strong>s moluscos adaptaron su horario en función <strong>de</strong> la marea si la costa hubiera estado en ese si-<br />
2 Referencia a la canción popular francesa que empieza: »Au clair <strong>de</strong> la lurte, mon ami Pierrot...* (N. <strong>de</strong> la T.)