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Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

<strong>de</strong> noche, y los salvajes <strong>de</strong>l pueblo, pensando en su cena, abandonaron<br />

la cacería. Cuando se vio solo, don Alonso, rendido, se tiró en la tierra.<br />

El corazón le golpeaba como un martillo en el pecho.<br />

Lo encontró en la carretera, al día siguiente, la Guardia Civil. Con su<br />

frac negro lleno <strong>de</strong> barro, don Alonso tenía las trazas <strong>de</strong> un hombre<br />

escapado <strong>de</strong> un manicomio.<br />

-¿Quién es usted? -le dijeron los civiles.<br />

Don Alonso contó lo que le había ocurrido.<br />

-¿Tiene usted cédula?<br />

-Yo, no, señor.<br />

-Entonces, venga usted con nosotros.<br />

Les siguió don Alonso, aunque estaba molido, hasta un pueblo<br />

próximo. Allí los guardias le entregaron al alguacil, y éste le metió en la<br />

cárcel, don<strong>de</strong> pasó la noche.<br />

-Pero ¿por qué me <strong>de</strong>tienen a mí? -preguntó varias veces el pobre<br />

hombre.<br />

-Como no tiene usted cédula...<br />

Al día siguiente le sucedió lo mismo, y así, por tránsitos <strong>de</strong> la Guardia<br />

civil, comiendo rancho, durmiendo <strong>de</strong> cárcel en cárcel, vestido <strong>de</strong><br />

harapos, entre basura y piojos, don Alonso llegó a Madrid. Lo llevaron al<br />

Gobierno civil y le presentaron a un señor. Interrogado por él, le contó<br />

sus cuitas con un acento <strong>de</strong> tal verdad, que el hombre se compa<strong>de</strong>ció y<br />

le <strong>de</strong>jo marcharse.<br />

-Si no encuentra usted <strong>de</strong>stino -añadió el señor-, quizá se lo pueda<br />

proporcionar yo.<br />

Don Alonso escribió a Salomón, pero éste no le contestó. Fue repetidas<br />

veces al Gobierno civil, y una <strong>de</strong> ellas el señor aquél le dijo:<br />

-¿Quiere usted ser <strong>de</strong> la policía?<br />

-Hombre...<br />

-Dígame sí o no, porque si no, le doy el cargo a otro.<br />

-Sí, sí; ahora que yo no sé si tendré condiciones...<br />

-¿Quiere usted, sí o no?<br />

-Sí, señor.<br />

-Entonces, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> unos días tendrá usted el nombramiento.<br />

Por esta serie <strong>de</strong> circunstancias, don Alonso fue <strong>de</strong> la policía.<br />

Meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su ingreso en las huestes <strong>de</strong>l Gallo, don Alonso tuvo<br />

que entrar en campaña. Una noche, en el soto <strong>de</strong> Migascalientes, cerca<br />

<strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong>l Puerto, encontraron una mujer muerta, con una<br />

puñalada en los riñones. Era una mujer ya <strong>de</strong> cierta edad, llamada la<br />

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