14.05.2013 Views

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

Él no veía en la cuestión social una cuestión <strong>de</strong> jornales, sino una<br />

cuestión <strong>de</strong> dignidad humana; veía en el anarquismo la liberación <strong>de</strong>l<br />

hombre.<br />

A<strong>de</strong>más, para él, antes que el obrero y el trabajador, estaban la mujer<br />

y el niño, más abandonados por la sociedad, sin armas para la lucha por<br />

la vida...<br />

Y habló con ingenuidad <strong>de</strong> los golfillos arrojados al arroyo, <strong>de</strong> los niños<br />

que van a los talleres por la mañana muertos <strong>de</strong> frío, <strong>de</strong> las mujeres<br />

holladas, hundidas en la muerte moral <strong>de</strong> la prostitución, pisoteadas por<br />

la bota <strong>de</strong>l burgués y por la alpargata <strong>de</strong>l obrero.<br />

Y habló <strong>de</strong>l gran <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> cariño <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sheredado, <strong>de</strong> su aspiración,<br />

nunca satisfecha: <strong>de</strong> amor. Una misma congoja agitaba todos los<br />

corazones; algunas mujeres lloraban. Manuel contempló a la Salvadora<br />

y vio que en sus ojos trataban <strong>de</strong> saltar las lágrimas. Ella sonrió, y<br />

entonces dos lágrimas gruesas corrieron por sus mejillas.<br />

Y Juan siguió hablando; su voz, que se iba haciendo opaca, tenía<br />

entonaciones <strong>de</strong> ternura; sus mejillas estaban encendidas. En aquel<br />

momento parecía sentir los dolores y las miserias <strong>de</strong> todos los<br />

abandonados.<br />

Nadie seguramente pensaba en la posibilidad o imposibilidad <strong>de</strong> las<br />

doctrinas. Todos los corazones <strong>de</strong> la multitud latían al unísono. Ya iba a<br />

terminar Juan su discurso, cuando se produjo un escándalo en las<br />

últimas filas <strong>de</strong> butacas.<br />

Era Caruty, que se había subido al asiento, pálido, con la mano<br />

abierta.<br />

-¡Fuera! ¡Fuera!, que se siente -gritaron todos, creyendo quizá que<br />

intentaba replicar al orador.<br />

-No, no me sentaré -dijo Carury-. Tengo que hablar. Sí. Tengo que<br />

<strong>de</strong>cir: ¡Viva la Anarquía! ¡Viva la Literatura!<br />

Juan le saludó con la mano y <strong>de</strong>jó la tribuna.<br />

Una agitación extraña se sintió en el público. Entonces, como<br />

<strong>de</strong>spertado <strong>de</strong> un sueño y dándose cuenta <strong>de</strong> su belleza, todos, <strong>de</strong> pie, se<br />

pusieron a aplaudir <strong>de</strong> una manera rabiosa. La Salvadora y Manuel se<br />

miraban conmovidos con lágrimas en los ojos.<br />

El presi<strong>de</strong>nte dijo algunas palabras, que no se oyeron, y terminó la<br />

reunión.<br />

Comenzó a salir la gente. En el pasillo <strong>de</strong>l escenario se habían<br />

amontonado grupos <strong>de</strong> entusiastas <strong>de</strong> Juan. Eran obreros jóvenes y<br />

aprendices con trajes azules; casi todos anémicos, tímidos, con aire <strong>de</strong><br />

escrofulosos.<br />

Al salir Juan le estrecharon alternativamente la mano con efusión<br />

apasionada.<br />

-¡Salud, compañero!<br />

147

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!