14.05.2013 Views

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

asegurar la vida económica <strong>de</strong> La Anarquía, el propietario, sin darse él<br />

cuenta quizá, había ido mo<strong>de</strong>rando su radicalismo, quitando fierro, como<br />

se dice vulgarmente, consi<strong>de</strong>rando la i<strong>de</strong>a corno un diletantismo; y este<br />

momento lo aprovecharon los <strong>de</strong> El Libertario para echar su periódico a<br />

la calle. Inmediatamente la escisión se produjo.<br />

Trataban los <strong>de</strong> una y otra publicación <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar que les separaban<br />

i<strong>de</strong>as, principios, una porción <strong>de</strong> cosas, y lo único, en el fondo, que les<br />

separaba era una cuestión <strong>de</strong> perros chicos.<br />

Para los socialistas, la importancia que el anarquismo activo tenía en<br />

España era consecuencia <strong>de</strong> la torpeza <strong>de</strong>l Gobierno. En ningún lado,<br />

según ellos, eran tan ineptos los hombres <strong>de</strong> la anarquía militante como<br />

en España; ni un escritor, ni un orador, ni un hombre <strong>de</strong> acción; sólo la<br />

torpeza <strong>de</strong>l Estado podía dar relieve a hombres <strong>de</strong> una insignificancia tan<br />

absoluta. Con un Gobierno libre como el <strong>de</strong> Inglaterra, aseguraban ellos,<br />

al año ya no se sabía si había anarquistas en España.<br />

Según los amigos <strong>de</strong> Morales, la crisis, aunque existía también en el<br />

socialismo activo, no era tan honda. Los oradores y los escritores <strong>de</strong>l<br />

partido socialista no tenían el atrevimiento <strong>de</strong> ser pastores <strong>de</strong><br />

conciencias; se contentaban con recomendar la asociación y con poner<br />

los medios para mejorar la vida <strong>de</strong> las clases obreras. Aun la misma<br />

cuestión <strong>de</strong> la doctrina se subordinaba a la asociación para la lucha.<br />

-Nosotros -terminaba diciendo Morales-, ten<strong>de</strong>mos a la organización, a<br />

la disciplina social, que en todas partes es necesaria, y en España, más.<br />

Esto <strong>de</strong> la disciplina hacía torcer el gesto a Manuel; le parecía mejor<br />

aquella frase dantoniana: «¡Audacia! ¡Audacia! ¡Audacia!»; pero no <strong>de</strong>cía<br />

nada, porque era burgués.<br />

Como es natural y frecuente entre sectarios <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as afines, socialistas<br />

y anarquistas se odiaban, y, como en el fondo y a pesar <strong>de</strong> los nombres<br />

pomposos, la evolución <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as en los dos partidos era bastante<br />

superficial, unos y otros se insultaban en las personas <strong>de</strong> sus respectivos<br />

jefes, que eran unos buenos señores que, convencidos <strong>de</strong> que el divino<br />

papel que representaban era <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para sus fuerzas, hacían<br />

lo posible para sostenerse en el pe<strong>de</strong>stal en que estaban subidos.<br />

Para los socialistas, los otros eran unos imbéciles, locos que había que<br />

curar, o pobres ingenuos, capitaneados por caballeros <strong>de</strong> industrias, que<br />

se pasaban <strong>de</strong> cuando en cuando por el Ministerio <strong>de</strong> la Gobernación.<br />

En cambio, para los anarquistas, los socialeros eran los que se vendían<br />

a los monárquicos, los que se pasaban <strong>de</strong> cuando en cuando por el<br />

Ministerio a cobrar el precio <strong>de</strong> su traición.<br />

Los dirigidos, en general, en uno y otro bando, valían mucho más que<br />

los directores; eran más ingenuos, más crédulos, pero valían más como<br />

carácter y como arranque los anarquistas que los socialistas.<br />

Al bando anarquista iban sólo los convencidos y exaltados, y al<br />

127

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!