Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />
-Sí, a merendar -contestó Juan-. ¿Si quieren venir con nosotros?<br />
-Hombre... vamos allá.<br />
Siguieron todos reunidos el curso <strong>de</strong>l canalillo. Luego, abandonándolo<br />
y a campo traviesa, marcharon en dirección <strong>de</strong> Amaniel.<br />
Bajaron el repecho <strong>de</strong> una colina.<br />
Se veía enfrente una vallada ancha, dorada por el sol, y en el fondo,<br />
sobre el cielo <strong>de</strong> turquesa, el Guadarrama, muy azul, con sus cumbres<br />
<strong>de</strong> plata bruñida. Resplan<strong>de</strong>cía el césped cuajado <strong>de</strong> flores silvestres,<br />
brillaban los macizos <strong>de</strong> amapolas como manchas <strong>de</strong> sangre caídas en la<br />
hierba, y en los huertos, entre las filas <strong>de</strong> árboles frutales, se <strong>de</strong>stacaban<br />
con violencia las rosas rojas, los lirios <strong>de</strong> color venenoso, las campanillas<br />
<strong>de</strong> las azucenas y las gran<strong>de</strong>s flores extrañas <strong>de</strong> los altos y espléndidos<br />
girasoles.<br />
Un estanque rectangular ocupaba el centro <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las huertas, y<br />
por su superficie plana, negra y verdosa, nadaban los patos, blancos<br />
como copos <strong>de</strong> nieve, y al cortar el agua <strong>de</strong>jaban en ella un temblor<br />
refulgente <strong>de</strong> rayos <strong>de</strong>slumbradores.<br />
-Pero esto es muy bonito -<strong>de</strong>cía Juan a la Salvadora-;todo el mundo me<br />
ha dicho que Madrid era muy feo.<br />
-Yo no sé, como no he visto nada -replicó ella sonriendo.<br />
Des<strong>de</strong> una loma se veían unos meren<strong>de</strong>ros hundidos entre árboles. Se<br />
oía el rumor <strong>de</strong> los organillos.<br />
-Vamos a meternos en uno <strong>de</strong> éstos -dijo Juan.<br />
Bajaron hasta llegar frente a un arco con este letrero:<br />
A LOS PLACERES DE VENUS<br />
HAY PIANO Y MUCHO MOVIMIENTO<br />
-No vaya a venir aquí golfería -dijo Manuel a su hermano. -Quiá,<br />
hombre.<br />
Entraron, y por una rampa en cuesta, entre boscaje, bajaron a un<br />
cobertizo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con mesas rústicas, espejos y unas cuantas<br />
ventanas con persianas ver<strong>de</strong>s. A un lado había un mostrador como <strong>de</strong><br />
taberna; en medio, un organillo con ruedas.<br />
No había mas que tres o cuatro mesas ocupadas, y en el mostrador, un<br />
viejo y varios mozos <strong>de</strong> café.<br />
-Esto parece una casa <strong>de</strong> baños -dijo Juan-; parece que por una <strong>de</strong><br />
esas ventanas se ha <strong>de</strong> ver el mar. ¿No es verdad?<br />
Se acercó uno <strong>de</strong> los mozos a la mesa a preguntarles lo que <strong>de</strong>seaban.<br />
-Pues, nada; queremos merendar.<br />
-Tendrán uste<strong>de</strong>s que esperar algo.<br />
-Sí; esperaremos.<br />
En esto, el señor viejo que estaba en el mostrador salió <strong>de</strong> allá, se<br />
acercó a ellos, les saludó respetuosamente, agitando la gorra en la mano,<br />
41