Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />
mucho.<br />
Pasaron por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la Universidad y miraron el reloj. Eran las dos<br />
en punto. La muchacha quedó asombrada y vacilante; luego se <strong>de</strong>cidió y<br />
se echó a reír. Estaba algo alegre, tenía la blusa con las puntillas rotas y<br />
manchada <strong>de</strong> vino. Contó que había ido con su novio, que era sargento,<br />
y con otra amiga, con su correspondiente galán, a los Cuatro Caminos.<br />
Allí los novios las habían hecho beber a las dos, hasta emborracharlas:<br />
luego las engañaron, diciéndoles que eran las seis cuando daban las<br />
nueve, y que eran las nueve cuando daba ya la una. Ella estaba sirviendo<br />
y pensaba llegar a una hora regular a casa; pero ya que no podía, le tenía<br />
todo sin cuidado.<br />
-¿Y qué vas a hacer? -le preguntó Manuel.<br />
-Dejaré la casa y buscaré otra.<br />
-Lo que vamos a hacer -dijo Jesús-, es irnos los tres a cenar ahora<br />
mismo.<br />
-Bueno; vamos don<strong>de</strong> queráis -exclamó la muchacha, y se agarró <strong>de</strong>l<br />
brazo a Manuel y a Jesús.<br />
-¡Bravo! -gritó Jesús-. ¡Olé por las mujeres valientes! Manuel vaciló; le<br />
esperarían en casa... Aunque ya se habrían acostado.<br />
-Un día es un día -murmuró-. Vamos allá-; a<strong>de</strong>más, la muchacha era<br />
agradable, con la nariz respingona, abundante <strong>de</strong> pecho y <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>ras.<br />
-¿De modo que vas a <strong>de</strong>jar a tus amos? -preguntó Manuel. -¡Qué voy a<br />
hacer!<br />
-Bien hecho -gritó Jesús-; <strong>de</strong>ja a los amos...; que les sirva su señora<br />
mamá... ¡Mueran los burgueses!<br />
-Calla -exclamó Manuel-; van a venir los guardias. -Que vengan... Yo<br />
me río <strong>de</strong> los guardias municipales..., y <strong>de</strong> los guardias civiles..., y <strong>de</strong> los<br />
guardias <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n público... Y yo le digo a esta mujer, que es un cachito<br />
<strong>de</strong> gloria, que hace bien en ir a los Cuatro Caminos... con el sargento,<br />
con el soldado o con quien le dé la gana... Todos somos libres. Pues ¡qué!,<br />
¿las amas no tienen también sus líos?... ¿Verdad, corazón?<br />
-Ya lo creo.<br />
La muchacha cogió estrechamente <strong>de</strong>l brazo a Manuel.<br />
-¿Y tú no dices nada?<br />
-Que tienes una espetera, que ya ya.<br />
-Mientras más gracia dé Dios, ¡mejor! -replicó ella riendo-. ¿Cómo te<br />
llamas?<br />
-Manuel. -¿Y qué eres?<br />
-Éste -saltó Jesús-, éste es un cochino burgués... que quiere hacerse<br />
rico... para casarse con una mujer... y poner entre los dos una casa <strong>de</strong><br />
préstamos... ¡Ja... ja!...<br />
-No le hagas caso -dijo Manuel-, no sabe lo que se dice. ¿Cómo te<br />
llamas tú?<br />
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