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Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

Nada. Esto es la sociedad española, este <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> cosas muertas ante la<br />

indiferencia <strong>de</strong> un pueblo <strong>de</strong> eunucos.<br />

El Libertario tenía una exaltación fría.<br />

-Aquí no hay nada -siguió diciendo burlonamente-;esto es una raza<br />

podrida; esto no es un pueblo; aquí no hay vicios ni virtu<strong>de</strong>s, ni pasiones;<br />

aquí todo es m... -y repitió la palabra dos o tres veces-. Política, religión,<br />

arte, anarquismo, m... Pue<strong>de</strong> ese niño abatido y triste recorrer su ciudad.<br />

Lo pue<strong>de</strong> hacer y pue<strong>de</strong> andar, si quiere, a latigazos con esta morralla.<br />

Ese rebaño <strong>de</strong> imbéciles no se incomodará.<br />

-¡Tienes razón! -exclamó el señor Canuto.<br />

En esto cruzó la Puerta <strong>de</strong>l Sol, entre la gente, un batallón. Sonaban<br />

estrepitosamente los tambores, brillaban las bayonetas y los sables. Al<br />

llegar frente a la calle <strong>de</strong>l Arenal la banda comenzó a tocar un pasodoble.<br />

Se pararon.<br />

-Aquí está la mili, como siempre, haciendo la pascua -dijo el señor<br />

Canuto.<br />

Al pasar la ban<strong>de</strong>ra los soldados se cuadraban; el teniente <strong>de</strong>cía:<br />

¡Firmes!, y saludaba con el sable.<br />

-El trapo glorioso -exclamó alto el señor Canuto-; el símbolo <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>spotismo y <strong>de</strong> la tiranía.<br />

Un teniente oyó la observación y se quedó mirando al viejo<br />

amenazadoramente.<br />

Caruty y el Madrileño intentaron cruzar por en medio <strong>de</strong> los soldados.<br />

-No se pue<strong>de</strong> pasar -dijo un sargento.<br />

-Estos sorchis, porque visten con galones -dijo el Madrileño-, ya se<br />

figuran que son superiores a nosotros.<br />

Pasó una ban<strong>de</strong>ra y dio la coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que se parara <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

ellos.<br />

El teniente se acercó al señor Canuto:<br />

-Quítese usted el sombrero -le dijo.<br />

-¿Yo?<br />

-Sí.<br />

-No me da la gana.<br />

-Quítese usted el sombrero.<br />

-He dicho que no me da la gana.<br />

El teniente levantó el sable.<br />

-¡Eh, guardias! -gritó-. ¡Pren<strong>de</strong>dle!<br />

Un hombre bajito, <strong>de</strong> la policía secreta, se echó sobre el señor Canuto.<br />

-¡Muera el ejército! ¡Viva la Revolución social! ¡Viva la Anarquía! -gritó<br />

el viejo, temblando <strong>de</strong> emoción y levantando el brazo en el aire.<br />

Luego ya no se le vio; <strong>de</strong>sapareció entre la multitud; unos polizontes se<br />

arrojaron sobre él; los guardias civiles metieron sus caballos entre la<br />

gente... Juan intentó ir en socorro <strong>de</strong>l viejo; pero le faltaron las fuerzas,<br />

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