Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
Se aplaudió algo burlonamente este discurso, y se levantó Juan, muy<br />
pálido, con los ojos abiertos, como espantados. Manuel sintió una gran<br />
<strong>de</strong>sazón.<br />
-A ver si se trabuca -dijo a la Salvadora.<br />
-No lo hará bien -contestó ella, también intranquila.<br />
Se acercó Juan mo<strong>de</strong>stamente a la mesa, y comenzó a hablar con una<br />
voz velada y algo chillona, sin equivocarse. Interesado el público por el<br />
aspecto <strong>de</strong> niño enfermo <strong>de</strong> Juan, quedó silencioso. Juan, al sentirse<br />
escuchado, se tranquilizó; tomó el tono natural <strong>de</strong> su voz y comenzó a<br />
hablar con convicción y facilidad, <strong>de</strong> una manera fluida e insinuante.<br />
-La anarquía -dijo- no era odio, era cariño, era amor; él <strong>de</strong>seaba que<br />
los hombres se libertasen <strong>de</strong>l yugo <strong>de</strong> toda autoridad, sin violencia, sólo<br />
por la fuerza <strong>de</strong> la razón.<br />
Él quería que los hombres luchasen para salir <strong>de</strong>l antro oscuro <strong>de</strong> sus<br />
miserias y <strong>de</strong> sus odios a otras regiones más puras y serenas.<br />
Él quería que el Estado <strong>de</strong>sapareciera, porque el Estado no sirve más<br />
que para extraer el dinero y la fuerza que él supone <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong>l<br />
trabajador y llevarlo al bolsillo <strong>de</strong> unos cuantos parásitos.<br />
Él quería que <strong>de</strong>sapareciese la ley, porque la ley y el Estado eran la<br />
maldición para el individuo, y ambos perpetuaban la iniquidad sobre la<br />
tierra. Él quería que <strong>de</strong>saparecieran el juez, el militar y el cura, cuervos<br />
que viven <strong>de</strong> sangre humana, microbios <strong>de</strong> la Humanidad.<br />
Él afirmaba que el hombre es bueno y libre por naturaleza, y que nadie<br />
tiene <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> mandar a otro. El no quería una organización<br />
comunista reglamentada, que fuera enajenando la libertad a los<br />
hombres, sino la organización libre, basada en el parentesco espiritual y<br />
en el amor.<br />
Él prefería el hambre y la miseria con la libertad a la hartura en la<br />
esclavitud.<br />
-Sólo lo libre es hermoso -exclamó; y en una divagación pintoresca<br />
dijo-: El agua, que corre clara y espumosa en el torrente, es triste y negra<br />
en el pantano; al pájaro se le envidia en el aire y se le compa<strong>de</strong>ce en la<br />
jaula. Nada tan bello como un barco <strong>de</strong> vela, limpio y preparado para<br />
zarpar. Es pez en su casco y pájaro en su arboladura; tiene velas<br />
blancas, que parecen alas; un bauprés, que parece un pico; tiene una<br />
aleta larga, que se llama quilla, y una aleta caudal, que es el timón. Es<br />
una gaviota que navega, marcha y se le mira con envidia como a un<br />
amigo que se va. En cambio, ¡qué triste el barco viejo y <strong>de</strong>sarbolado que<br />
ya no pue<strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l puerto! Y es que la vejez también es una ca<strong>de</strong>na.<br />
Y Juan siguió hablando así, pasando <strong>de</strong> un asunto a otro.<br />
Él quería que las pasiones, en vez <strong>de</strong> ser constantemente reprimidas<br />
por una férula implacable, fuesen aprovechadas como fuerza <strong>de</strong><br />
bienestar.<br />
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