Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />
-Bueno.<br />
Fueron Juan, Caruty y el Libertario a la imprenta y esperaron a que<br />
llegara el Bolo. Luego, en compañía <strong>de</strong> éste y <strong>de</strong> Manuel, se encaminaron<br />
por la calle <strong>de</strong> Bravo Murillo.<br />
En la puerta <strong>de</strong> una taberna <strong>de</strong> una calle próxima había un hombre <strong>de</strong><br />
mediana estatura, fuerte, fumando un cigarro.<br />
-Ahí está -dijo el Bolo, señalándole con disimulo e indicándolo a los<br />
amigos-. Ése es.<br />
Se acercó a saludarle.<br />
-¿Qué hay, compadre? -le dijo, dándole la mano-. ¿Cómo estamos?<br />
-Bien, ¿y usted?<br />
-Éstos -advirtió el Bolo, mostrando a Manuel, al Libertario, a Juan y a<br />
Caruty- son amigos míos.<br />
-Por muchos años -contestó él-. Vamo a tomá una copa -añadió con<br />
acento andaluz cerrado.<br />
-Nos sentaremos un rato -saltó Manuel.<br />
-No; hablaremos en casa.<br />
Bebieron una copa y salieron a la calle.<br />
-¿De manera que usted es el ejecutor <strong>de</strong> la justicia? -preguntó el<br />
Libertario.<br />
-Sí, señó.<br />
-Mal oficio tiene usted, paisano.<br />
-Malo é -contestó él-, pero peó é morirse <strong>de</strong> jambre.<br />
Fueron los cinco andando, hasta <strong>de</strong>tenerse frente a una casa alta, <strong>de</strong><br />
ladrillo. Atravesaron el portal y entraron en un cuarto pequeño,<br />
iluminado por un quinqué encendido, puesto encima <strong>de</strong> una mesa. Nada<br />
indicaba allí al personaje sombrío y terrible que en aquel rincón vivía.<br />
Era un cuarto pobre, igual a todos los cuartos pobres. Había en las<br />
pare<strong>de</strong>s algunos retratos. A un lado, una puerta <strong>de</strong> cristales con<br />
cortinillas, que daba a una alcoba, y enfrente <strong>de</strong> ésta, una cama.<br />
Al entrar, ninguno percibió una mujer, <strong>de</strong> negro, pequeña, sentada en<br />
un taburete, con un niño en brazos. Era la hembra <strong>de</strong>l buchí; al verla, la<br />
saludaron; tenía aquella mujer un aspecto tétrico, una cara <strong>de</strong> japonesa,<br />
una seriedad fatídica.<br />
El verdugo les invitó a sentarse a todos; salió al portal en seguida, y<br />
llamando al chico <strong>de</strong> la portera, le envió por un frasco <strong>de</strong> vino; luego tomó<br />
una silla y se sentó. Era un tipo rechoncho, con la cabeza cuadrada, <strong>de</strong><br />
patillas y bigotes rubios, la cara juanetuda. Vestía <strong>de</strong>centemente y<br />
llevaba sombrero hongo. Hablaron durante algún tiempo <strong>de</strong> una porción<br />
<strong>de</strong> cosas indiferentes, y Manuel contó lo que le había pedido el Bizco.<br />
Esté usté sin cuidao -dijo el verdugo-; si llega el caso, se hará tó lo que<br />
se pueda.<br />
-Y antes <strong>de</strong> ser ejecutor -le preguntó el Libertario-, ¿ha probado usted<br />
115