Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
respectivas lástimas. De pronto se oyó la voz <strong>de</strong> Jesús, que gritaba:<br />
-¡Socorro! ¡Socorro!<br />
-¿Qué le pasa a ese hombre? -preguntó Manuel; y salió al pasillo <strong>de</strong> la<br />
taberna.<br />
-¡Socorro! ¡Socorro! -seguía gritando Jesús.<br />
Manuel se encontró en el corredor con el mozo <strong>de</strong> la taberna.<br />
-¿Qué hay? -le dijo.<br />
-No sé; su compañero <strong>de</strong>be ser; hace un momento me ha preguntado<br />
dón<strong>de</strong> estaba el retrete; no sé qué le habrá pasado. Entraron en la cocina<br />
<strong>de</strong> la taberna.<br />
-Dejadme salir -gritaba Jesús-. ¡Socorro! ¡Socorro! Que me han cerrado<br />
la puerta.<br />
Y se oía un estrépito <strong>de</strong> puñetazos y patadas.<br />
-Pero si la puerta está abierta -dijo el muchacho-; y, efectivamente, la<br />
abrió, y salió Jesús espantado <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro.<br />
Manuel no pudo menos <strong>de</strong> soltar una carcajada al ver a Jesús<br />
manchado <strong>de</strong> yeso, con los pelos alborotados, lleno <strong>de</strong> espanto. Jesús<br />
abrió y cerró la puerta <strong>de</strong>l retrete varias veces para convencerse <strong>de</strong> que<br />
estaba abierta, y no replicó.<br />
-Vamos a tomar café, y andando -dijo Manuel-, que ya es tar<strong>de</strong>. A ver<br />
qué se <strong>de</strong>be -preguntó al mozo.<br />
-A ti no te importa lo que se <strong>de</strong>be -exclamó Jesús-, porque esto no lo<br />
paga nadie más que yo.<br />
-¿Pero tienes jierro?<br />
Mira -y Jesús enseñó cinco o seis duros a Manuel.<br />
-Pero ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sacas ese dinero?<br />
-¡Ah!..., eso no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir...; eres muy curioso.<br />
-Yo creo que el señor Canuto y tú os <strong>de</strong>dicáis a hacer moneda falsa.<br />
- ¡Je!... ¡je!...; tú lo que quieres es averiguar mi secreto..., pero nones.<br />
Tomaron el café, bebieron unas copas <strong>de</strong> aguardiente y salieron <strong>de</strong> la<br />
taberna; Jesús con la mujer pálida; Manuel, con la criada. -¿Adón<strong>de</strong><br />
quieres ir? -preguntó Manuel a ésta.<br />
-Yo, a mi casa.<br />
-¿No quieres venir conmigo?<br />
-No; yo no soy una perdida. ¿Usted qué se ha figurado?<br />
-Nada, mujer, nada. Vete adon<strong>de</strong> te dé la gana. ¡Adiós! La muchacha<br />
se <strong>de</strong>tuvo; luego llamó:<br />
-¡Manuel! Anda a paseo. -¡Manuel! -volvió a llamar.<br />
-¿Qué quieres?<br />
-El domingo que viene ¡espérame!<br />
-¿En dón<strong>de</strong>?<br />
-En casa <strong>de</strong> mi hermana.<br />
La muchacha dio las señas <strong>de</strong> su casa.<br />
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