Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />
y saltaba el hombre, exagerando los movimientos <strong>de</strong> una manera<br />
grotesca...<br />
Había aclarado ya el campo; algún tinte <strong>de</strong> rosa brotaba <strong>de</strong>l cielo; el<br />
Guadarrama iba apareciendo velado por nieblas alargadas y blancas;<br />
cerca surgía una como ciudad amurallada, con una tapia <strong>de</strong> ladrillos y<br />
casitas pequeñas <strong>de</strong> tejados rojos, con su iglesia en medio. Un sen<strong>de</strong>ro<br />
violáceo a la claridad <strong>de</strong> la mañana iba ondulando por el campo, hasta<br />
llegar a aquella al<strong>de</strong>a roja. Se acercaron a ella. Des<strong>de</strong> un altozano se veía<br />
el interior. En una <strong>de</strong> las casetas ponía: «Desinfección».<br />
-Este es el hospital <strong>de</strong>l Cerro <strong>de</strong>l Pimiento -dijo el Libertario.<br />
Siguieron a<strong>de</strong>lante.<br />
Salió el sol por encima <strong>de</strong> Madrid. La luz se <strong>de</strong>rramó <strong>de</strong> un modo<br />
mágico por la tierra; las piedras, los árboles, los tejados <strong>de</strong>l pueblo, las<br />
torres, todo enrojeció y fue dorándose poco a poco.<br />
El cielo azul se limpió <strong>de</strong> nubes; el Guadarrama se <strong>de</strong>spejó <strong>de</strong> nieblas;<br />
un pálido rubor tiñó sus cimas blancas, nevadas, <strong>de</strong> un color <strong>de</strong> rosa<br />
i<strong>de</strong>al. En los <strong>de</strong>smontes, algún rayo <strong>de</strong> sol vivo y fuerte, al caer sobre la<br />
arena, parecía <strong>de</strong>rretirla e incendiarla.<br />
Se metieron los anarquistas por una zanja y salieron al paseo <strong>de</strong><br />
Areneros y siguieron a<strong>de</strong>lante, hasta <strong>de</strong>sembocar en la calle <strong>de</strong> Rosales.<br />
El paisaje <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ella era espléndido. Sobre las orillas <strong>de</strong>l río se extendía<br />
una niebla larga y blanca; los árboles <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> Campo, enrojecidos<br />
por el otoño, formaban masas espesas <strong>de</strong> ocre y <strong>de</strong> azafrán; algunos<br />
chopos altos y amarillos, <strong>de</strong> color <strong>de</strong> cobre, heridos por el sol, se<br />
<strong>de</strong>stacaban con sus copas puntiagudas entre el follaje ver<strong>de</strong> oscuro <strong>de</strong><br />
los pinos; las sierras lejanas se iban orlando con la claridad <strong>de</strong>l día, y el<br />
cielo azul, con algunas nubes blancas, clareaba rápidamente...<br />
Se <strong>de</strong>spidieron al llegar a la calle <strong>de</strong> Ferraz.<br />
-Hay algo <strong>de</strong> loco en todos ellos -se dijo Manuel-. Habrá que separarse<br />
<strong>de</strong> esta gente.