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Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

muerta. El mismo flujo tumultuoso <strong>de</strong> pensamientos le sobrecogían.<br />

¿Qué hacer?, pensaba. Se ha hundido todo. ¿Es que ya no quedaba en<br />

la vida cosa digna <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>seada? ¿Es que ya no había más plan que<br />

hundirse para siempre en la muerte?<br />

-¡Te has ido al otro mundo con un hermoso sueño -y miraba el cadáver<br />

<strong>de</strong> Juan-,con una bella ilusión! Ni los miserables se levantarán, ni<br />

resplan<strong>de</strong>cerá un día nuevo, sino que persistirá la iniquidad en todas<br />

partes. Ni colectiva ni individualmente podrán libertarse los humil<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

la miseria, ni <strong>de</strong> la fatiga, ni <strong>de</strong>l trabajo constante y aniquilador.<br />

-¡Acuéstate! -dijo la Salvadora a Manuel, viéndole tan excitado.<br />

Estaba rendido y se tendió en la cama.<br />

Tuvo un sueño extraño y <strong>de</strong>sagradable. Estaba en la Puerta <strong>de</strong>l Sol y<br />

se celebraba una fiesta, una fiesta rara. Llevaban en andas una porción<br />

<strong>de</strong> estatuas; en una ponía: «La Verdad»; en la otra, «La Naturaleza»; en la<br />

otra, «El Bien»; tras ellas iban grupos <strong>de</strong> hombres <strong>de</strong> blusa con una<br />

ban<strong>de</strong>ra roja. Miraba Manuel asombrado aquella procesión, cuando un<br />

guardia le dijo:<br />

-¡Descúbrete, compañero!<br />

-¿Pues qué es lo que pasa? ¿Qué procesión es ésta?<br />

-Es la fiesta <strong>de</strong> la Anarquía.<br />

En esto pasaron unos andrajosos, en los cuales Manuel reconoció al<br />

Madrileño, Prats y al Libertario, y gritaron: « ,Muera la Anarquía!», y los<br />

guardias los persiguieron y’ fueron dándoles sablazos por las calles.<br />

Enredado en este sueño le <strong>de</strong>spertó la Salvadora.<br />

-Está la policía -le dijo.<br />

Efectivamente, a la puerta había un hombre bajito, <strong>de</strong> barba, elegante,<br />

acompañado <strong>de</strong> otros dos.<br />

-¿Qué quiere usted? -le dijo Manuel.<br />

-Tengo entendido que hay una reunión <strong>de</strong> anarquistas aquí y vengo a<br />

hacer un registro.<br />

-¿Trae usted auto <strong>de</strong>l juez?<br />

-Sí, señor. Traigo también or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> pren<strong>de</strong>r a Juan Alcázar.<br />

-¡A mi hermano! Ha muerto.<br />

-Está bien; pasemos.<br />

Entraron los tres policías en el comedor sin quitarse el sombrero. Al<br />

ver la gente allí reunida, uno <strong>de</strong> ellos preguntó:<br />

-¿Qué hacen uste<strong>de</strong>s aquí?<br />

-Estamos velando a nuestro compañero -contestó el Libertario-. ¿Es<br />

que está prohibido?<br />

El principal <strong>de</strong> los polizontes, sin contestar, se acercó al cadáver y lo<br />

contempló un instante.<br />

-¿Cuándo lo van a enterrar? -preguntó a Manuel.<br />

-Mañana a la tar<strong>de</strong>.<br />

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