14.05.2013 Views

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pío <strong>Baroja</strong><br />

usted? -preguntó el aprendiz en serio.<br />

-Ya vienen, ya vienen.<br />

Se estrechó más la gente. Manuel tembló. Pasaron las infantas en sus<br />

coches, con los caballerizos a los lados; luego, los príncipes <strong>de</strong> Asturias.<br />

-¡Ahí va Caserta! -se oyó <strong>de</strong>cir.<br />

Luego <strong>de</strong>l coche <strong>de</strong> los príncipes vino otro vacío, <strong>de</strong>spués unos cuantos<br />

soldados <strong>de</strong> la Escolta Real y el rey, la reina y una infanta.<br />

El rey saludaba militarmente, hundido en el coche, con el aire fatigado<br />

e inexpresivo.<br />

La regente, rígida, miraba a la multitud con indiferencia, y sólo en los<br />

ojos <strong>de</strong> la infanta, <strong>de</strong> tez morena, había un relámpago <strong>de</strong> vida y alegría.<br />

-Qué <strong>de</strong>lgado está.<br />

-Parece enfermo -se oía <strong>de</strong>cir a un lado y a otro.<br />

Pasó todo el cortejo; la masa <strong>de</strong> gente se hizo más permeable. Manuel<br />

pudo acercarse a la esquina <strong>de</strong> la calle Mayor, y en ella se encontró con<br />

el señor Canuto. Por el brillo <strong>de</strong> las mejillas le pareció que <strong>de</strong>bía estar<br />

borracho.<br />

-¿Qué hay? -le dijo Manuel-. ¿De dón<strong>de</strong> viene usted?<br />

-De Barcelona.<br />

-¿Ha visto usted a Juan?<br />

-Ahí está, en la calle Mayor.<br />

-¿No ha pasado nada?<br />

-¿Te parece poco? Se ha acabado el reinado <strong>de</strong> María Cristina -dijo el<br />

señor Canuto en voz alta-. Esta buena señora tendrá muchas virtu<strong>de</strong>s;<br />

pero lo que es suerte, no nos ha dado muy buena a los españoles. ¡Vaya<br />

un reinado! Miles <strong>de</strong> hombres muertos en Cuba, miles <strong>de</strong> hombres<br />

muertos en Filipinas, hombres atormentados en Montjuich, inocentes<br />

como Rizal fusilados, el pueblo muriéndose <strong>de</strong> hambre. Por todas partes<br />

sangre... miseria... ¡Vaya un reinado!...<br />

Manuel abandonó al señor Canuto en su peroración y se dirigió a la<br />

esquina <strong>de</strong> la calle Mayor.<br />

Juan estaba pálido y sin fuerzas, formando un grupo con Prats, Caruty<br />

y el Madrileño.<br />

Estos dos últimos, borrachos, gritaban y escandalizaban.<br />

-Vamos, tú -le dijo Manuel a Juan-. Esto se ha terminado.<br />

Volvieron todos por la Puerta <strong>de</strong>l Sol y se encontraron con el Libertario<br />

y con el señor Canuto.<br />

-¿No <strong>de</strong>cía yo que no pasaría nada? -dijo el Libertario<br />

sarcásticamente-. Yo no sé qué ilusiones os habíais hecho vosotros.<br />

Nada. Los terribles revolucionarios que iban a pedir cuenta al gobierno<br />

<strong>de</strong> los miles <strong>de</strong> hombres sacrificados en Cuba y Filipinas para sostener<br />

la monarquía, mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> corrección y <strong>de</strong> sensatez, se han marchado <strong>de</strong><br />

Madrid a <strong>de</strong>rrochar su oratoria fanfarrona por los rincones <strong>de</strong> provincias.<br />

182

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!