Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
lenta <strong>de</strong>l hombre, que dormía.<br />
-Yo sé dón<strong>de</strong> ha <strong>de</strong>jado la maleta -dijo la Salvadora-; a tientas estoy<br />
segura <strong>de</strong> cogerla.<br />
Empujó la puerta, que rechinó suavemente, entró en el <strong>de</strong>sván y salió<br />
al instante con la maleta en la mano.<br />
Bajaron los dos al comedor sin hacer el menor ruido y pusieron la<br />
maleta encima <strong>de</strong> la mesa. Estaba cerrada y bien cerrada. Manuel cogió<br />
un cuchillo y, forcejeando, la <strong>de</strong>scerrajó.<br />
Sacaron un manojo <strong>de</strong> ropa; luego, folletos, y <strong>de</strong> en medio, una cosa<br />
dura envuelta en periódicos. Por el peso comprendieron que era -.lgo<br />
terrible. Se quedaron pálidos, horrorizados. Destaparon el bulto. Era una<br />
caja <strong>de</strong> metal, cuadrada, <strong>de</strong> un palmo <strong>de</strong> alta, reforzada con alambres y<br />
con un asa <strong>de</strong> cuerdas.<br />
-¿Qué hacemos con esto? -se preguntó Manuel, perplejo.<br />
No se atrevían a tocarlo.<br />
-¿Por qué no llamas a Perico? -dijo la Salvadora.<br />
Bajó Manuel <strong>de</strong> puntillas la escalera. El electricista estaba todavía en<br />
el taller. Le llamó y le contó lo que pasaba.<br />
-Vamos a ver eso -dijo Perico al oír la relación <strong>de</strong> Manuel.<br />
Subieron los dos <strong>de</strong>spacio, sin hablarse, y contemplaron el aparato.<br />
-¡Ah, ya comprendo lo que es! -dijo Perico-. Esto -y señaló un tubito <strong>de</strong><br />
cristal que salía por en medio <strong>de</strong> la caja y que estaba lleno <strong>de</strong> un líquido<br />
amarillento- <strong>de</strong>be tener un ácido. Si se quiere que estalle la máquina, se<br />
le da vuelta, el ácido corroe este corcho, lo que da tiempo al que pone la<br />
bomba <strong>de</strong> escapar; luego entra el ácido <strong>de</strong>ntro y provoca la explosión. Si<br />
llegáis a dar vuelta a la caja, creo que a estas fechas ya no lo podríais<br />
contar.<br />
La Salvadora y Manuel se estremecieron.<br />
-¿Y qué hacemos? -preguntaron los dos.<br />
-Hay que romper el tubo. ¡Ánimo! Y salga lo que saliere. Perico apretó<br />
el tubito con un alicate y lo hizo saltar.<br />
-Ahora ya no hay cuidado. Vamos abajo.<br />
Cogió el electricista la caja, y seguido <strong>de</strong> Manuel bajó la escalera. En el<br />
taller cortaron los alambres que reforzaban el aparato, y con un<br />
<strong>de</strong>stornillador Perico soltó una tapa<strong>de</strong>ra sujeta a tuerca. Hecho esto,<br />
volcó la lata y salió una gran cantidad <strong>de</strong> polvo rojizo, que recogieron en<br />
un periódico. Había un par <strong>de</strong> kilos.<br />
-¿Esto será dinamita? -preguntó Manuel.<br />
-Debe serlo.<br />
-¿Y qué hacemos con ella?<br />
-Échala en la pila <strong>de</strong> la fuente con cuidado, y abre el grifo. Se irá<br />
marchando poco a poco.<br />
Hizo esto Manuel, y <strong>de</strong>jó la llave <strong>de</strong> la fuente abierta.<br />
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