Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
-Un relojero suizo hizo las primeras, que pasaron <strong>de</strong> mano en mano<br />
como curiosidad -contestó Prats-; luego aprendieron a hacerlas los<br />
cerrajeros, y como los trabajadores <strong>de</strong> Barcelona son tan hábiles...<br />
-¿Y la dinamita?<br />
-Para eso todo el mundo tenía la receta. Luego no sé quién trajo un<br />
Indicador Anarquista con una porción <strong>de</strong> fórmulas.<br />
-Un amigo mío -dijo el Madrileño-, que era mecánico, había escrito un<br />
catecismo para su hijo, y le examinaba al chiquillo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros.<br />
Recuerdo las primeras preguntas, que <strong>de</strong>cían así: «¿Qué es la dinamita,<br />
niño?» «La dinamita es una mezcla <strong>de</strong> arena y <strong>de</strong> nitroglicerina, que se<br />
hace <strong>de</strong>tonar por medio <strong>de</strong> la cápsula <strong>de</strong> un fulminante.» «¿Cómo se<br />
prepara la dinamita, niño?» «Se prepara primero la nitroglicerina,<br />
tratando la glicerina con una mezcla en frío, <strong>de</strong> ácido nítrico y <strong>de</strong> ácido<br />
sulfúrico, y luego se mezcla con una substancia inerte.» El chico sabía<br />
cómo se hacían todas las bombas y todos los explosivos. Cuando al padre<br />
lo llevaron a Montjuich, nos solía <strong>de</strong>cir: «Yo no sé si me matarán; pero<br />
tengo un consuelo, que mi hijo sabe hacer dinamita.»<br />
Se levantaron todos <strong>de</strong>l banco, porque sentían frío. Comenzaba a<br />
amanecer. La luz fina y velada <strong>de</strong> la mañana iba filtrándose entre las<br />
nubes <strong>de</strong> un gris <strong>de</strong> estaño. Des<strong>de</strong> el repecho <strong>de</strong> la colina vieron la<br />
cavidad inmensa <strong>de</strong>l Tercer Depósito, que estaban construyendo.<br />
Siguieron <strong>de</strong>spués el Canalillo, con sus filas <strong>de</strong> chopos, sin hojas, al lado<br />
<strong>de</strong> la cinta <strong>de</strong> agua que brillaba y se curvaba en mil vueltas.<br />
-Yeso <strong>de</strong> las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l Comité Central <strong>de</strong> Londres, ¿es verdad?<br />
-preguntó Manuel.<br />
-¡Quiá, hombre! Son leyendas -replicó el Libertario-. No ha habido<br />
nunca tales ór<strong>de</strong>nes .<br />
... Ya la claridad <strong>de</strong> la mañana se esparcía por la tierra, sembrada <strong>de</strong><br />
hierba. El cielo se llenaba <strong>de</strong> nubes pequeñas y blancas, como vellones<br />
<strong>de</strong> lana, y en el fondo, cortando el horizonte, iba apareciendo el<br />
Guadarrama, orlado por la claridad <strong>de</strong>l día.<br />
Un labrador sembraba, marchando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l arado; sacaba el grano<br />
<strong>de</strong> una espuerta que le colgaba <strong>de</strong>l cuello y echaba un puñado <strong>de</strong> semilla<br />
al aire, que brillaba un momento como una polvareda y caía en los<br />
surcos <strong>de</strong> la tierra oscura.<br />
Caruty cantó una canción en argot campesino, en la que se llamaba<br />
ladrones y canallas a los propietarios. Después entonó la Carmañola<br />
Anarquista:<br />
Ça ira, ça ira, ça ira,<br />
tous les bourgeois á la lanterne;<br />
ça ira, ça ira, ça ira,<br />
tous les bourgeois on les prendra;<br />
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