Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
-Usted todo lo quiere tomar al pie <strong>de</strong> la letra -dijo Prats-.<br />
Esas cosas <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles se estudiarán.<br />
-Bueno, y otra cosa: los obreros, ¿qué vamos ganando con la anarquía?<br />
-¿Qué? Mejorar la vida.<br />
-¿Ganaremos más?<br />
-¡Claro! A cada uno se le dará el producto íntegro <strong>de</strong> su trabajo.<br />
-Eso quiere <strong>de</strong>cir que a cada uno se le dará lo que merece.<br />
-Sí.<br />
-¿Y quién lo tasa? ¿Y cómo se tasa?<br />
-¿No se ve claramente lo que uno ha trabajado? -dijo Prats <strong>de</strong><br />
malhumor.<br />
-En el oficio <strong>de</strong> usted y en el mío, sí; pero en los ingenieros, en los<br />
inventores, en los artistas, en los hombres <strong>de</strong> talento, ¿quién les tasa el<br />
trabajo?<br />
Esta exclusión <strong>de</strong> su persona entre los hombres <strong>de</strong> talento indignó al<br />
catalán, que dijo en un arranque <strong>de</strong> malhumor:<br />
-Ésos, que vayan a romper piedra a la carretera.<br />
-No -arguyó Maldonado-; que cada uno haga su obra. El uno dirá: «he<br />
escrito este libro»; el otro: «he cultivado este prado»; el otro: «he hecho<br />
este par <strong>de</strong> zapatos»; y no será el uno superior al otro.<br />
-Bueno -replicó Rebolledo-; pero aun suponiendo que el inventor no<br />
sea superior al zapatero, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los inventores habrá uno que invente<br />
una máquina importante y otro que haga un juguete, y uno será superior<br />
a otro; y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los zapateros habrá también unos buenos y otros<br />
superiores a otros.<br />
-No, porque la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> categoría habrá <strong>de</strong>saparecido.<br />
-Pero eso no pue<strong>de</strong> ser.<br />
-¿Por qué no?<br />
-Porque es como si yo le dijera a usted: «Este banco es mayor que esa<br />
bocha»; y usted me dijera: «Mañana no lo será, porque vamos a suprimir<br />
los metros, las varas, los palmos, todas las medidas, y no se verá si es<br />
mayor o menor».<br />
-Es que usted todo lo mira tal como es ahora, y no pue<strong>de</strong> usted<br />
compren<strong>de</strong>r que el mundo cambia en absoluto -dijo Maldonado con<br />
<strong>de</strong>sdén.<br />
-¡Sí, no lo he <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r compren<strong>de</strong>r! Tan bien como usted. Yo no dudo<br />
<strong>de</strong> que tenga que variar; <strong>de</strong> lo que dudo es <strong>de</strong> que usted sepa cómo va a<br />
variar. Porque usted me dice: no habrá ladrones, no habrá criminales,<br />
todos serán iguales...; no lo creo.<br />
-No lo crea usted.<br />
-Claro que no; porque si tuviera que creer en esos milagros, por su<br />
palabra <strong>de</strong> usted, antes hubiera creído en el Papa. Maldonado se encogió<br />
<strong>de</strong> hombros, y dijo algunas impertinencias respecto <strong>de</strong>l barbero.<br />
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