Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
-Todas las leyes son malas -afirmó rotundamente el Libertario.<br />
Las leyes son como los perros que hay en el Tercer Depósito -dijo con<br />
ironía el Madrileño-; ladran a los que llevan blusa y mala ropa.<br />
-Si se suprimiera el Estado y las leyes -afirmó uno <strong>de</strong> los<br />
circunstantes- los hombres volverían a ser buenas personas.<br />
-Esa es otra cuestión -repuso con <strong>de</strong>sdén Maldonado-; yo le contestaba<br />
al señor -y señaló a Rebolledo-, y, ¡la verdad!, no recuerdo lo que <strong>de</strong>cía.<br />
-Usted <strong>de</strong>cía -dijo el jorobado- que las leyes antiguas, que permitían<br />
tener esclavos, eran malas, y yo digo que no; lo que sí afirmo es que si<br />
volvieran aquellas leyes volvería a haber el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> tener esclavos.<br />
-No ...; la ley es una cosa; el <strong>de</strong>recho es otra.<br />
-El <strong>de</strong>recho es lo que a cada uno le correspon<strong>de</strong> naturalmente como<br />
hombre... Todos tenemos <strong>de</strong>recho a la vida; creo que no lo negará usted.<br />
-Ni lo niego ni lo afirmo...; pero que mañana vengan los negros, por<br />
ejemplo, a Madrid, y, a éste quiero y a éste no quiero, empiecen a cortar<br />
cabezas, ¿qué hace usted con el <strong>de</strong>recho a la vida?<br />
-Podrán quitar la vida, no el <strong>de</strong>recho a la vida -replicó Prats. -¿De modo<br />
que estará uno muerto, pero tendrá <strong>de</strong>recho a la vida?<br />
Aquí, en Madrid, todo se resuelve con chistes -dijo el catalán enfadado.<br />
-No, no es un chiste; es una aplicación <strong>de</strong> lo que uste<strong>de</strong>s dicen.<br />
-Es usted un reaccionario.<br />
-Yo discuto como puedo. Presento mis argumentos, y por ahora no me<br />
han convencido.<br />
-Pero ¿es que usted no cree -gritó Maldonado- que todo el que nace<br />
tiene <strong>de</strong>recho a vivir?<br />
-No sé -contestó el jorobado-; las vacas también nacen y <strong>de</strong>ben tener<br />
<strong>de</strong>recho a vivir; pero, a pesar <strong>de</strong> esto, las matamos y nos las comemos en<br />
bistec; es <strong>de</strong>cir, se las comen los que tienen dinero.<br />
Se echaron todos a reír.<br />
-Es que se va <strong>de</strong> la cuestión -dijo Prats.<br />
-No -replicó el jorobado-; es que a mí las pamplinas me hacen la<br />
santísima, ¿sabe usted?, y aquí se habla mucho, pero no se dice na,<br />
Todos esos <strong>de</strong>rechos que uste<strong>de</strong>s dicen, yo no los veo por ninguna parte,<br />
y pa mí todo eso <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos es hablar <strong>de</strong> la mar. Es como si a mí me<br />
quisieran <strong>de</strong>mostrar que tengo <strong>de</strong>recho a quitarme la joroba. Yo creo que<br />
estas cosas las hacen las circunstancias, y pondré un ejemplo: Que tengo<br />
que pasar una botella <strong>de</strong> vino por las Puertas y me la ven, que yo haré<br />
que no me la vean, y me pi<strong>de</strong>n el consumo, y yo ¿qué hago? Pagar. ¿Por<br />
qué? Porque tienen el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> exigirme el pago; pero mañana<br />
suprimen los consumos, pues no me pue<strong>de</strong>n pedir ni una perra gorda,<br />
aunque traiga un bocoy, porque ya no tienen <strong>de</strong>recho a exigirme nada.<br />
Yo encuentro esto más claro que el agua. El hombre vive, si pue<strong>de</strong>, y si<br />
no pue<strong>de</strong>, se muere, y al que se muere lo entierran, y no hay más <strong>de</strong>recho<br />
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